Vía telefónica desde Berlín, don Matías Aguayo nos entrega detalles de lo que traerá a Chile con Sofarnopolis (2017, Crammed Discs) , su último disco junto a The Desdemonas, este sábado en el marco del festival Fauna Primavera.

En conversaciones anteriores, Matías describía algunos aspectos de su trabajo en este nuevo proyecto que involucra una banda completa y un acto totalmente renovado. Ahora, nos cuenta sobre las diferencias que la sicodelia rockera de Sofarnopolis tiene con el house incansable al que nos tenía acostumbrados.

—A pesar de que es un sonido quizás más misterioso y más oscuro, que tiene otra narrativa, el hecho de ser una banda permite interactuar de otra manera con el público. Es una cosa que es bailable, sólo que son otros pasos. Son otros ritmos que me permiten comunicarme de otra manera con el público, algo que en el club no sería posible para mí. Todo esto parte de una musicalidad que tiene mucho más que ver con una cosa performativa en la cual yo realmente actúo como músico, y estoy de cierta manera liberado de la cabina. Todo lo mío en torno a tocar ha tenido un grado performativo, pero acá sí estoy realmente en vivo, tocando instrumentos, interactuando con los otros músicos y con el público de otra manera. Igual haciendo bailar a la gente, pero otros pasos. Bailando lento, a veces mas rápido. Tiene más que ver con el soul sesentero, o algo así, y no tanto que ver con los ritmos de la discoteca—comenta Aguayo.

Las producciones del músico chileno-alemán se han preocupado de tener una narrativa ficticia. Desde la leyenda del “Rudo del house”, con máscaras y bailes, hasta viajes por la selva amazónica, hay un interés por contar una historia que va más allá de la música. Sofarnopolis narra la historia de una ciudad llena de personajes y anécdotas, que reflejan una vuelta a la infancia del productor en Alemania.

—Yo crecí en un pueblo chico cerca de Colonia, y para mí era muy importante la música y por sobre todo la radio. Era una posibilidad de escuchar a los músicos y de vivir una fantasía. Yo inventaba grupos, los dibujaba, y con este disco volví de cierta manera a eso. Sofarnopolis es un descubrimiento. Mi método de trabajo no es muy conceptual, tiene menos que ver con búsqueda y conceptos, y más que ver con crear atmósferas intensas en las cuales yo siento que puedo encontrar algo, descubrir algo y sorprenderme. He buscado nuevos gestos y nuevos métodos de trabajo. Nunca me gustó la idea de establecerme con un sonido y siempre busco nuevas técnicas para sorprenderme yo mismo, al igual que con ir contando una historia también voy descubriendo cosas. Los textos  parten de una cosa muy improvisada, que tiene que ver con el uso de diferentes lenguajes y de la improvisación con palabras que no existen, que nacen más bien desde una musicalidad. Voy descubriendo cosas y de ahí se me abrió todo este panorama de una ciudad ficticia, la cual estuve descubriendo y de ahí aparecieron personajes. Sofarnopolis mismo es una palabra que apareció en una de las improvisaciones, entonces no tuve que buscarle un nombre sino que el nombre apareció solo, como suele pasar en la mayoría de los casos con mi trabajo. También traté de cantar de una manera bastante diferente. Cantar distinto de una canción a otra con el fin de encontrar distintos personajes y gestos para cada canción, también a un nivel performático, en el sentido de cómo me muevo para cada canción, qué gestos encuentro y también cómo se mueven los músicos. Tiene un nivel mucho más performático que el show de DJ.

—¿Hay algún personaje que tú adoptes en el escenario?

—Varios, y de varios géneros. Sería bueno tener a más gente en el escenario, pero también hay que ser realista. Esa limitación me lleva a tratar de vivir en el escenario una especie de transformismo, en el cual en un momento soy el borracho del bar que esta contando la historia de su vida, y después la chica que está escuchando la historia.  Esos son puntos que me interesan, y sobre todo también la colaboración con estos músicos que he encontrado para acompañarme y tocar. Además, todo parte también desde un punto del recuerdo, porque no tengo referencias muy claras en el sentido de dónde viene esa música, hablando de grupos o algo de los ochenta o algo así, sino mas bien un recuerdo de cómo yo partí haciendo música cuando chico y desarrollando desde ahí.

Sin planes de lanzar algo más en lo que queda del año bajo su sello Cómeme, Aguayo preparó este lanzamiento en un sello ajeno: Crammed Discs, de Bélgica, quienes desde los ’80 han editado a artistas independientes de un amplio espectro que cubre desde Minimal Compact hasta Juana Molina.

—Obviamente me pone muy contento editar en un sello legendario como Crammed Discs, que era un sello que yo escuchaba cuando chico. Era mi adolescencia, escuchar Tuxedomoon y todos esos grupos que editaban ellos. En general, lo que interesaba al trabajar con otro sello era trabajar con alguien que tiene más experiencia en el contexto de banda y otro alcance también en el sentido de la gente a la que puede llegar la música, y es todo un otro mundo el que se me abre ahí. El ámbito de la discoteca lo he sentido muchos años una cosa un poco conservadora—dice el músico.

—¿A qué te refieres con lo de “conservador”?

—Yo siempre me sentí un poco afuera de los géneros, de las modas. Siempre hemos estado tratando de ofrecer una alternativa con Cómeme. Con la música electrónica ha sucedido un poco lo mismo que ha sucedido con el dub y con el rock, que en el fondo se volvió algo más conservador, una cosa mas de géneros muy decididos, donde en una cierta lógica, que es una lógica de mercado, se crean nuevas normatividades. Para mí, el contexto de tocar con la banda y ofrecer ese show entero, en donde tocamos música bastante diferente digamos, es un paso más hacia la liberación y hacia ciertas alternativas musicales fuera de ciertas expectativas.

El show de Sofarnopolis, interpretado por Matías Aguayo & The Desdemonas, está programado para el 11 de noviembre desde las 20:45 en el escenario Red Bull Music Academy Stage, en el festival Fauna Primavera.

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