(Esta es una intervención en el día tomado por José Luis Baez y Michel Zalaquett -muy estimados colegas de la facción talibana-, siguiendo un poco el estilo desarrollado por ellos la semana pasada).

Miércoles de radiancia, donde todo se vuelve traslucido.

Siglos atrás en la tarde del miércoles se descansaba, era una tarde libre. Lejos, muy lejos del hype, de las modas, una vuelta a la era pre-pitchfork, cuando descubrir música era ir a una buena tienda, primero, elaborar cierta complicidad con el dueño, y llevarse a casa los tesoros. O, nunca faltaba ese amigo con un olfato innegable. Lo que sea. Aquí, un buen puñado de nombres que nunca obtuvieron lo que merecían (y no, ni siquiera Pavement en su momento), junto a otros más reconocidos, pero con temas selectos, nunca los obvios.

Música de diseño, donde el sonido sí importa. Canciones inesperadas, que siempre traen una buena sorpresa en su interior para quien quiera escuchar -ojo con Idaho- un cambio repentino e inesperado.

Más que un playlist, un soundtrack para imaginar escenas y tomas de cámara mientras caminas por la calle. Ni indie rock, ni indie pop, ni garage, ni gente que se quedó pegada en el cbgb, sino mezclas insospechadas. Por supuesto, temas ajenos a ciertas fiestas donde sólo importa la onda. Temas a escuchar en un paseo por la montaña, o por la playa, temas para huir del instinto gregario, un playlist agarofóbico, escondido con firmeza en la boca de una ostra. Pero, claro, las ostras esconden las perlas (Ay, ese tema de Hood). Y éstas no se dan a cualquiera.

Más, muy pronto.

‘I heard the phone ring
So late at night that I
I thought someone had died
Someone had died
But your voice was full of hope
Like it was on better days
On clear mornings when the rain had left the sky’

(Hood, you show no emotion at all)