Si hay una mujer en el mundo que me haría dejarlo todo y partir donde me dijera, es PJ Harvey. Cuando tocó en Chile, recuerdo que -a punta de codazos en las costillas a esos repulsivos aduladores de Morrissey- tomé aire y decidí que si la iba a ver, tenía que ser de cerca. Se lo dije a Dubó, y partí.

Y así fue. Así es como hasta el día de hoy quiero creer que me regaló una sonrisa mientras yo miraba, casi hipnotizado, como cerraba los ojitos para llegar a un par de notas altas, y cómo su nariz apuntaba a un lugar donde yo quisiera llegar. Bueno, el amor.

Ahora tiene nuevo disco y me pasa lo mismo de siempre. Requiero varias escuchas, una y otra vez, para recordar que es una de mis favoritas. Y cuando el amor requiere refuerzos, nada mejor que Youtube para hacerlo renacer en 3 minutos y medio. Como en este video, grabado el mes pasado en Noruega.