No es el primero ni será el último. El marketing musical hoy (de los que pueden hacerlo, claro está) se basa en lanzamientos sorpresa, goteo de canciones, afiches en la calle, cuñas misteriosas, suicidios virtuales y un sin fin de acciones que buscan una sola cosa: atención. Y hasta ahora Beyonce, Radiohead, The Avalanches, Stone Roses y por cierto, Frank Ocean, han sabido aprovecharlo con maestría.

En un intento de explicar resumidamente de quién hablamos, digamos que Christopher Edwin Breaux, hoy Frank Ocean, es un músico y productor norteamericano, que tras dejar New Orleans porque el huracán Katrina destruyó su estudio, se mudó a Los Angeles donde se inicia en la industria musical escribiendo canciones para artistas como Beyonce, Justin Bieber, John Legend y Brandy, para en 2010 unirse al colectivo hiphopero Odd Future (donde compartió tablas con Tyler The Creator, entre otros) y terminar en 2011 publicando un comentado mixtape llamado Nostalgia, ultra y, al año siguiente, editando su disco debut Channel orange (Def Jam, 2012), consolidando las excelentes críticas recibidas por su mixtape, donde destacaron singles como “Strawberry swings”, “Novacane” y “American wedding”.

El éxito alcanzado por Channel Orange (que fue publicado una semana antes de la fecha anunciada) lo puso a la altura de otros representantes del hip-hop y el R&B, sin necesariamente acarrear la chapa de celebridad de algunos de sus pares. A Ocean se le veía alejado de las luces y más preocupado de su proceso creativo y de sus técnicas de producción musical que dieron como resultado un disco sedoso, nostálgico y lleno de emociones, atributos que compartía con su autor, quien saltó a las luminarias tras el inesperado anuncio de su homosexualidad a través de un post en su tumblr. La potencia y honestidad de su mensaje, así como la delicadeza de sus composiciones lo transformaron en una estrella. A poco de su estreno, muchos ya pedían el sucesor del disco naranja.

Eso hace ya 4 años y lo que tenemos hoy -tras muchas especulaciones- son dos discos y una revista. Frank Ocean se tomó su tiempo y tal como apunta el artista Tom Sachs (que colaboró en lo nuevo de Ocean) el tipo de trabajo que realiza el rapero impone haberse tomado todo este tiempo. El viernes 19 de agosto estrenó Endless, un “álbum visual” contenido en un video de más de 40 minutos (una versión editada, diría Sachs) de la construcción de una verdadera escalera al cielo.

Pero no era el disco. A poco de ser estrenado se informó que ese mismo fin de semana sería el elegido para que el continuador de Channel orange viera la luz. Era el esperadísimo segundo disco de estudio de Frank Ocean, que terminó llegando la tarde del sábado con el estreno de Blond y la edición de un fanzine que cuenta con poemas de Kanye West dedicados a Mc Donalds y una larga lista de selectos colaboradores. No termina de quedar claro dónde se compra la edición, pero ya se puede conseguir en eBay por mil dólares o más. Pero ojo, la propia madre de Frank ha dicho en su Twitter que no compren esas copias caras, que nos aguantemos un poco, porque habrá novedades.

No faltan los viejos vinagres que probablemente nunca han sido seducidos por la mercadotecnia y que se quedan en el ruido de los likes y los trending topics que ha provocado este doble estreno, pero lo cierto es que ambos álbumes nos transportan a ese planeta que habita Frank Ocean. Uno lleno de emociones, con letras que ponen la piel de gallina y donde poco importa la (muy buena) estrategia de lanzamiento que nos tuvo meses y años esperando que cayera la bomba. Se acabó la espera, no queda otra que rendirse. Escuche.