Esta serie de tres notas es posible gracias a la invitación del club de vacaciones Royal Holiday

En el post anterior de este “blog de viaje aka sacada de pica descarada” quedamos en que estábamos en Brasil por cuenta y gracias de Royal Holiday gozando de las acomodaciones del hotel Rio Othon Palace, de las caipiriñas y de la naturaleza humana de los habitantes cariocas mientras en Chile, y en las favelas de ahí cerquita, estaba la pelotera.

Fuimos un grupo de colaboradores de blogs con distintos intereses: viajes, moda y cosas de minas, comida y buen vivir, zapatillas y cachivaches tecnológicos, y nosotros, que escribimos sobre música. Por lo tanto, mi misión era algo así como cachar la onda musical en Río de Janeiro. Admito que fue imposible. Ni el más patudo de los periodistas musicales tendría la cara de palo (bueno, quizás sí) de hacer un panorama de lo que fuera con tres noches en un lugar. Menos si los días están meticulosamente planeados por nuestro patrocinador para que alcancemos a disfrutar la mayor cantidad de atractivos. No me quejo, al contrario: fuimos a un buffet tan opíparo como exótico, conocimos Pan de Azúcar, tomamos helado de choclo dulce y pasamos por la playa de Ipanema en el mini bus, donde la encargada del tour nos dijo unas tres veces que allí se había inspirado Vinícius de Moraes para escribir la mundialmente conocida canción que Antonio Carlos Jobim musicalizó: “Garota de Ipanema”. Muy musical.

Pero algo de música tenía que conocer, y el director de este medio me había exigido que le trajera un regalo, así que, en un momento de libertad de tres horas partí desde el hotel al centro de Río en busca de la disquería Plano B, en el barrio de Lapa. Me la habían recomendado amigos de Jacobino Discos que hace un par de meses tocaron ahí, y me dijeron que era como “el lugar de la vanguardia” en Río de Janeiro. No la encontré. Salí tan apurado del hotel que se me fue hacer un mapa, pero preguntando en un portuñol lamentable por “vinilos” llegué a una callecita contigua a Cinelandia, la plaza mayor del centro, donde había varios carritos que vendían discos (la foto de arriba).

Sé que comprar discos no tiene mucho que ver con hablar de música, pero una breve pasada por los puestos confirmó mi idea de que Brasil fue y es una industria gigante del disco: la oferta de títulos de samba, bossa nova, MPB, tropicalismo, forró y rock brasilero era amplia y sabrosa, y los precios muy atractivos. En quince minutos compré discos de Toquinho e Vinícius, Pualinho da Viola, Rita Lee, Dorival Caymmi y hasta Paul MacCartney, pura música vieja y buena, cada uno a tres reales, poco más de 800 pesos chilenos.

Llegué a Chile, le regalé el Tug of war de MacCartney a quien correspondía (quedé como rey) y hace una semana, justamente mientras escuchaba a Caymmi y su familia, por Facebook me llega un mensaje de Darlan Benites, protagonista de  la última y más divertida noche de este viaje. En el siguiente post los detalles.

Toda la información del club de vacaciones Royal Holiday acá www.royal-holiday.com