La longevidad no es necesariamente sinónimo de calidad y lo sabemos. Sin embargo, en casos como The Chronic de Dr. Dre esa premisa no aplica. Si hace unos posteos celebrábamos el álbum The low end theory de A Tribe Called Quest, hermano optimista de The Chronic, esta vez nos toca revisar la mejor y más perdurable obra de Dr. Dre.

Lanzado en 1992 y transformado casi de inmediato en objeto de culto rapero gracias a clásicos como “Nuthin but a G thang” o “Let me ride”, The Chronic no sólo resistió el paso del tiempo volviéndose una de las obras cumbres del sonido hip-hop de la costa oeste y por supuesto del llamado g-funk, además gracias a sus (ahora reconocibles) sampleos y técnicas se convirtió en un disco generacional al alcance de melómanos de toda laya.

El álbum además de infligir temor y respeto en la siempre peligrosa escena del gangsta rap, llenó de medallas a Dr.Dre, cuyo pasado en N.W.A. le otorgaba desde ya el piso para ser el artífice de un movimiento que más tarde se masificaría y a ratos se mantendría sólo gracias a los estereotipos (autos, drogas y balaceras), tan profitados a nivel mainstream.

Eso aún no ocurría (tanto y de manera tan hipócrita) en tiempos de The Chronic, cuyo éxito comercial permitó además que otros próceres del rap como Snoop Dogg debutaran en grande: Doggystyle fue editado por Death Row en 1993 y se considera la secuela natural del disco. Y no estaba solo: Kurupt, Nate Dogg, Warren G y otros también harían lo suyo, ya habían asegurado sus bonos en gran medida gracias a sus memorables apariciones en The Chronic.