El segundo disco de A Tribe Called Quest cumplió 25 años. Buena excusa para volver a escuchar uno de los trabajos más influyentes del hip-hop. Este post es desarrollado en colaboración con Red Bull Chile.

Basta con dar una mirada a la trilogía que Q-Tip, Ali Shaheed Muhammad y Phife Dawg realizaron recién iniciada la década de los 90, para confirmar que A Tribe Called Quest (ATCQ) dejó una huella en la historia del hip-hop, aunque su estela es capaz de cruzar géneros, logrando adeptos en varios flancos. Desde People’s instictive travels and the paths of rhythm, su debut lanzado en 1990, la banda neoyorquina impuso una fórmula que lo mismo podía remitir al rap más estricto o contestatario, sin perder el sentido del humor con un espontáneo acercamiento al pop a través de su cruce con el jazz y soul, agregando guiños a la tradición afrocéntrica: todos aspectos presentes en la mayor parte de su discografía.

The low end theory, identificado por muchos como uno de los trabajos mejor logrados y equilibrados del grupo, fue publicado el 24 de septiembre de 1991 por Jive Records, convirtiéndose de inmediato en el complemento ideal del debut del grupo. Mientras otras luminarias como N.W.A. ya habían descargado no hace mucho toda su rabia en Straight outta Compton (1988), A Tribe Called Quest hacía lo propio desde una vereda más lúdica, aunque no menos crítica. Q-Tip y Phife desde el principio demostraron un inusual dominio del micrófono, acompañado por letras que podían sacarte una sonrisa o hacerte reflexionar, a ratos con una apariencia de raperos hippies muy propia de Native Tongues, ese colectivo al que también pertenecieron otros emblemáticos proyectos como De La Soul o Jungle Brothers.

Si bien el imaginario de la patota Native Tongues quizá alcanzó el peak creativo un par de años antes con 3 feet high and rising de De La Soul, The low end theory fue el pariente sofisticado de una serie de lanzamientos donde el jazz y el rap se relacionaron felizmente, apelando a un discurso integrador y moderno. Propuestas actuales como la de Kendrick Lamar, parecen recoger esta tradición de múltiples colores y texturas, con la ayuda tanto de músicos reconocidos en el ámbito del jazz, como de productores o vocalistas que otorguen diversidad al conjunto, sin arriesgar su pureza o identidad.

El segundo largo de ATCQ mantiene el espíritu de otras bandas que mezclaron rap y jazz, como el caso de Gangstarr, aunque apostando por un cruce aún más profundo, que podía traer a colación a leyendas como el contrabajista Ron Carter, presente en el tema “Verses from the abstract”, donde Q-Tip menciona (y saluda) a buena parte de los artistas con los que siente cierta afinidad: “Pete Rock is in the house/ CL [Smooth] is in the house/ Ultramag is in the house/ Nice and Smooth is in the house/ Big Daddy Kane is in the house/ Beatnuts is in the house”.

Beats y rimas, máquinas y mensaje, es decir la materia prima del rap, junto a instrumentación orgánica que hace juego con samples como “Funky president” de James Brown (“Show business”), “Stand” de Sly & The Family Stone (“Rap promoter”) o “So what” de Miles Davis (“Scenario”), entre muchos otros, verdaderas citas que dan contexto a un discuro que se esfuerza por ser optimista, con cierta dosis de ironía y sarcasmo. “Entra en la zona de la positividad, no en el negatividad. Porque tenemos que esforzarnos por lograr la longevidad”, rima Q-Tip en “Excursions”, tema inaugural y perfecta declaración de principios, donde describe su juventud como oyente de hip-hop. “Mi padre solía decir que le recordaba al bebop”, rima Q-Tip refiriéndose al rap, haciendo un puente lírico entre el hip-hop atrevido de ATCQ y el estilo de jazz, popular a mediados de los años 40.

“Time, time is a ship on a merciless sea”, dice el interludio presente en “Excursions”, una cita a “Time” (1971) de The Last Poets, la puerta de entrada a una serie de canciones donde los singles “Check the rhime”, “Scenario” y “Jazz (We’ve got)” son las piezas más reconocibles de un puzzle como siempre encabezado por Q-Tip, pero que igualmente nos regala un muy buen recuerdo de Phife, alias “funky diabetic”, que como sabemos falleció en marzo de este año, y que en The low end theory sin duda expone sus mejores trucos, prácticamente a la par con su (aún vigente) compañero también conocido como The Abstract.

Si en “Check the rhime” el dúo de MCs llevaba a cabo con gracia su característico diálogo en modo rap, una fórmula que se repetiría en el siguiente disco Midnight marauders (1993), “Jazz (We’ve got)” se paseaba entre los límites del jazz y soul, en una instrumental que salió del laboratorio de Pete Rock, para luego ser reinterpretada y producida finalmente por Q-Tip. La diva soul/R&B Vinia Mojica (“Verses from the abstract”), Sadat X (“Show business”) o Busta Rhymes (“Scenario”), son también parte de una fiesta que nos hablaba de Africa como la madre patria, que llevó a los miembros de ATCQ a tomar posición entre las incipientes tendencias musicales y políticas de la época. “We work hard, so we gotta thank God”, era una de las máximas defendidas por Q-Tip en el disco.

Recientemente surgieron algunos rumores de un posible nuevo material de A Tribe Called Quest, con canciones compuestas un poco antes de la partida de Phife. De concretarse, en el futuro podríamos recibir una última muestra del sonido del trío, que en álbumes como The low end theory demostraron estar preparados para convertirse en leyenda. Más abajo el registro de un mural realizado en Queens, en el lugar exacto donde la banda grabó el video de “Check the rhime”.