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Sean Booth y Rob Brown parecían hundidos en un universo propio, los oídos tapados, como quien vive debajo del agua. Visionarios hasta más allá de lo comprensible, sus trabajos solían requerir largos excursos casi poéticos para poner en palabras lo que hacían. Y lo que hacían se volvía cada vez más inaccesible Por lo menos hasta su anterior disco, Untilted, parecía que el dúo de Sheffield se estaba contentando con defragmentar su propio cerebro, en dar clases de teoría musical de avanzada para iniciados o fieles seguidores.

Domesticar las vísceras de algo que cuesta llamar por otro nombre que no sea “electrónica abstracta??? es un deporte difícil. Y aquí Autechre se aleja del casi estéril paisajismo de otros registros para entregar algo que, dadas las condiciones de su sonido, sólo cabe llamar “más humano???. Booth y Brown lo han dicho: más que procesar y tratar una y otra vez las composiciones en su arcana colección de computadores, aquí se esforzaron por armar en disco el equivalente a una presentación en vivo.

Una jam session de Autechre, por llamarla de alguna manera, sigue siendo algo árido de contemplar. Parte engañosamente amable, con “Altib33??? –los títulos del dúo siguen siendo parejamente inexplicables, aun cuando escogen palabras del diccionario-, un arranque de velos de teclado análogo que no quedaría mal en un disco de Boards of Canada. De ahí en más, se lanzan a pequeñas fugas, como “Parallel suns???, o proponen ejercicios de percusión programable, como “The PLC???, que suenan casi como visitas al museo: son viajes cálidos a una manera de hacer electrónica de la que ambos son conocedores, que aprecian y por la que quizá sienten cierta nostalgia. Quaristice viene a ser algo así como el sonido de la razón práctica en medio de una galería de acciones de arte.