El 7 de marzo de 1980, en un disco compartido junto a The Pop Group, The Slits publicaban el sencillo “In the beginning there was rhythm”. El título de esta canción se convirtió, de cierta forma, en el grito de guerra que permitía entender a qué apuntaba el post punk en términos de sonido: enaltecer el ritmo por sobre la melodía; los bajos y las percusiones por sobre los acordes de guitarra; el baile y la actitud por sobre la compostura. Lo anterior se aplica a cada uno de los proyectos en los que el chileno Carlos Cerebro Reinoso ha participado. De los discos que dejó junto a Mostro, pasando por los experimentos sonoros plasmados en su sello Horrible Registros, encontrándose con Matías Aguayo en el camino, hasta llegar a su reciente encarnación bajo el alias AyeAye, el principal motor que mueve a todos es el ritmo.

En SaYAa EP, Reinoso despacha cuatro temas influenciados por la electrónica de club, pero la suya no es una simple apropiación de la música de baile ni mucho menos del house: acá los beats suenan distantes, como si se encontraran en segundo plano, mientras la voz desaparece bajo capas de efectos. AyeAye sumerge al auditor en una atmósfera tan hipnótica como inquietante, con misteriosas melodías que se trenzan sobre ritmos sofocantes para una pista de baile donde la alta definición no existe y el único recurso a mano son cintas de casete usadas una y otra vez.

Si alguno de estos cuatro cortes se tocara mano a mano con cualquier otra producción de house chileno actual, el de Reinoso siempre parecería venir desde otro plano de la existencia, por mucho que esté construido con referencias que suenan familiares. La evidencia está en “KUsAÑA PrA MOoVeR”, donde sintetizadores burbujeantes y lo-fi flotan sobre una base rítmica que parece tomada de un tema de R&B ochentero. Aun así, y más allá de la aparente “normalidad” de estos elementos, Reinoso se encarga de torcerlos, añadiendo cantos en un idioma inventado que mezcla inglés, español, portugués y quechua. Esta fórmula, que en manos de otro podría dar la ilusión de una nostalgia fingida, es la que causa que las programaciones al borde del ambient y voz de ultratumba de “SAYA” o los sinuosos bajos y el cencerro de “SUpaYA qA” sorprendan con cada escucha, creando un mundo de ecos distantes y melodías que resuenan en nuestras cabezas, pero que por mucho que tratemos de recordarlas siempre se encontrarán fuera de nuestro alcance. Digámoslo de una vez: al principio fue el ritmo, pero con AyeAye también lo siguió siendo después.