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Una maltrecha guitarra comprada en una feria de artículos usados más su computadora portátil, le sirvieron al tejano Bexar Bexar para construir su nuevo material. Mientras viajaba por el mundo, estas dos herramientas fueron las que dieron como resultado final Tropism, una muestra de que la utilización mínima de recursos y la combinación perfecta de estos pueden transformarse en ambientes íntimos, evocadores y llenos de añoranza. El secreto radica en la manipulación que el americano hace intencionalmente de estas friccionadas melodías que oscilan en un lo–fi casero y un océano de drone.

Con su anterior trabajo Haralambos (Western Vinyl, 2003), ese carácter equitativo entre lo rústico y lo analógico no se dilucidaba tan claramente, pese a que la creación de ambientes sensoriales seguía siendo el eje de su trabajo. En Tropism, la guitarra acústica toma un papel primordial porque se abre a través de barrocos acordes que convocan a la quietud y la calma. ‘Sweet Devil’ es una composición que se cierne sobre misteriosos paisajes de hostilidad que se aclaran con ‘Listening to Your Party’, más crepuscular, donde recién se descubre esa emotividad que caracteriza el disco. Las texturas finas alcanzan su estado de gracia en ‘Oil Thumbprints’, con una manipulación digital que se acerca y hurga esos escondites más experimentales.

Bexar Bexar rescata lo esencial de las canciones y Tropism es la muestra de que el virtuosismo o la perfección no son necesarios para crear verdaderos milagros en torno a su propuesta, que con el tiempo son capaces de transformarse en necesidad pura.