Desde su aparición en 2007, la intermitente actividad del netlabel chileno Modismo se ha centrado en el trabajo de productores que han creado un discurso atravesado por corrientes de música electrónica alejadas de las pistas de baile más hedonistas e irreflexivas. El nombre de su primera referencia, la compilación A veces jijo, a veces robok (2007), evidenciaba que los artistas de este sello bebían tanto de la electrónica más docta, como también del jazz, el bossa nova, el dub o el rap.

Nueve años después, el colectivo lanza Modismo 4, un trabajo donde doce productores refuerzan la idea planteada anteriormente: los géneros existen para tomar lo mejor de cada uno y reutilizarlos a su antojo. Palm Era (Claudio Cisternas) remite en “Nynya” a la música tropical, metiendo rítmicas y sonidos provenientes del mambo, mientras las secuencias parecen sacadas de un viaje espacial. De igual manera, Eban Kröcher (Esteban Peña) en “Travel to Cuba” parece mostrar el lado oscuro de La Habana, en un tema áspero donde ambientes caribeños (sonidos de pájaros y agua fluyendo) chocan con sintetizadores llenos de delay.

Pero si en los anteriores artistas lo importante es la creación de una atmósfera a partir del entrecruce de géneros, aquellos que han apostado por jugar sobre seguro —a partir del house y la bass music— son, paradójicamente, los que salen mejor parados. Blit (Cristóbal Korenblit), a través de tímidos beats entrecortados que finalmente se convierten en una sección de batería, entrega en “Radio” uno de los tracks más logrados de la compilación. Así mismo, Alisú (Jessica Campos, la curadora de este trabajo), en “Lo que quedó del verano” provee el tema más bailable: una producción de house en donde aparecen capas de sintetizadores y arpegios espaciales, todos firmemente ensamblados a líneas de bajo poderosas, con ritmos cercanos a la electrónica latina que se desplazan en todo su minutaje.

Quienes también sorprenden son Nostromo (Rodrigo Rivera) y, desde Alemania, La Fraicheur. Mientras el primero presenta un track derechamente dubstep, de bajos densos y atmósferas inquietantes (“Universal consciousness”), la segunda, con una pieza de techno oscuro y melancólico (“Confusion”), enfila hacia una pista de baile incómoda.

Al escucharlo de principio a fin, sin pausas, Modismo 4 tiene un relato coherente, que parte ambiental y lentamente va incorporando líneas de bajos, samples, beats y ritmos más variados, cerrando con la experimental “Frecuencias litúrgicas”, donde Javier Moraga fagocita todas las estructuras que fueron desarrollándose a lo largo de esta compilación. Por eso mismo, y antes de toparse con este tema, mucho por descubrir: hay seis piezas más que entregan pistas sobre la hoja de ruta que sigue la música electrónica hoy. Es cosa de lanzarse a explorar.