Publicado en 1995

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¿Qué diablos pasa cuando saturas todo? Cuando los ritmos se repiten al infinito y las guitarras se descomprimen y se vuelven líquidas…El debut de Bowery Electric se sitúa en ese espectro de lo más alejado de la música de inspiración espacial y contemporánea, en el rango de “other” (otros, en inglés).

Mezcla de hip hop en la batería, olas de acordes que se ahogan en su propio ruido y una cadencia que ellos mismos describen como “electrónica para personas que no bailan”, el sonido de este dúo neoyorquino, apoyado por el percusionista de Calla, Wayne Magruder, es un potente estímulo para los sentidos.

La atmósfera del disco es densa, una suerte de rave distorsionada donde el dj toca a 60 bpm y se le ha olvidado cambiar el loop. Eso, sin contar que los parlantes reventaron y el ruido blanco se dispersa en repetición. Encima de todo, la voz etérea de Martha Schwendener.

Canciones como “Long way down” y “Next to nothing” se dilatan en olas de sonido diseñado para ser escuchado a un volumen alto. De esta manera el impacto es físico y a medio camino de lo narcótico. Ello mezclado con piezas más atmosféricas y ambientales.