Brian Eno es un artista que a esta altura de su carrera lo ha hecho prácticamente todo. En su momento fue uno de los baluartes de la música exploratoria, pionero y propulsor del ambient, productor de cosas tan disímiles como Laurie Anderson, Coldplay, Slowdive y U2, y con una considerable cantidad de proyectos importantes en su currículum, pero que por lo mismo es ya difícil esperar algo realmente innovador de su parte.

Quizás años atrás, la noticia de un nuevo disco de estudio del inglés causaría alta expectación, pero actualmente el lanzamiento de Drums between the bells, si bien no menor, se pierde un poco entre tantos, donde la atención mediática se centra en lo que artistas y bandas más jóvenes están haciendo, en la vorágine vacía de quién produce lo más hype, innovador y excitante, por sobre lo que una ya consagrada figura como Eno tenga que ofrecer.

Este álbum aparece brevemente después de Small craft in a milk sea (Warp, 2010) que pasó sin mucha notoriedad por diversos medios y que comparte con Drums between the bells la factura colaborativa con otros artistas, esta vez con el poeta inglés Rick Holland.

La colaboración entre ambos data desde finales de los ’90, sin embargo, este año las letras de Holland recién se insertan en la música de Eno, proceso para el cual la instrumentalización sirvió como base para moldear los textos alrededor, y los que según el propio Holland (en términos formales), trabajan los silencios entre palabras y frases, que sumado al aporte musical de Eno y las voces de distintas vocalistas, moldean la forma y tono de las palabras.

Conceptualmente, estaría detrás la noción de cómo somos individuos con diversas potencialidades, pero que nos perdemos y empequeñecemos entre tantas fuerzas en el mundo. Somos como minúsculas percusiones tratando de sonar entre las enormes campanas.

Así como algunos vuelven a los ‘80, con este disco Eno nos entrega un extenso puñado de canciones con un gustillo noventero, que nos recuerda precisamente a los inicios de su actual sello Warp con una producción muy cuidada y limpia, con toques de tecno, acid jazz, drum and bass y pop, a lo que se le suma una cierta estética new age que hacen del disco una mezcla bastante heterogénea pero cohesiva.

Sin embargo, suena desordenado y ya sea en modo aleatorio o continuo, somnolientos tracks como “Pouritout” y “The real” conviven junto al intento pop industrial de “Sounds alien”, o la hiperactividad electrónica de “Glitch”. También hay algunas referencias al periodo de segunda mitad de los ‘70 de Eno en canciones como “Cloud 4”, “A title” y “Seedpods”, con guiños a las colaboraciones con David Bowie, Harmonia y Cluster pero con un sonido actualizado.

Pese a la seriedad y solemnidad con que se muestra, este álbum  suena a la larga como un disco debut de una banda inexperta. Un esfuerzo infantil de una mente inmadura que se tambalea de un lado a otro (la sección de vientos disco con la que concluyen la maquinaria techno de “Sounds alien” es la síntesis de esto) y no como un trabajo de un artista sólido y con bagaje como lo es Brian Eno.

Quizás el inglés ya no se toma en serio a sí mismo –dudemos que el disco haya terminado así por torpeza-, por lo que Drums between the bells no apostaría por la innovación sino a ser ecléctico y a abarcar un amplio espectro de estilos. El disfrute del disco vendría con una actitud similar en el oyente.

Warp Records

Encuéntralo en Tienda Sonar en formato CD a $ 13.900.Tienda Sonar está ubicada en Paseo Las Palmas, local 017, Providencia