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No Promises es el segundo álbum de la ex modelo italiana Carla Bruni, que en el año 2002 dejó pasmado al mundo entero con su debut musical vendiendo más de dos millones de copias sin siquiera haber llevado a cabo una campaña de publicidad para el lanzamiento del disco. En aquel momento prácticamente eran nulas las expectativas sobre su trabajo, sin embargo la voz de Bruni y su poderosa fuerza interpretativa cautivaron y arrasaron con el single que le daba título al álbum Quelqu’un m’a dit (Naive, 2003), un homenaje a la música típica de Francia, país donde vivió desde los cinco años de edad. Un primer álbum escrito por ella misma y que significó abandonar el trabajo de pasarela con Versace y Guess, para concentrarse por completo en la música y la composición, respaldada por una suculenta herencia que le garantizaba no morir de hambre en el intento.

Con la intención de alejarse de la chanson francesa, estos nuevos once temas en inglés están inspirados por la música de personajes como Dylan y Cohen. Mantiene la sencillez de la guitarra y la voz, pero este segundo disco cuenta con menos adornos estéticos; está más directo en el sonido de la batería como en el crujir de la guitarra evocando este tipo de pop anglosajón que Bruni tanto admira. Así es como en ‘Before the world was made’ y “Lady weeping at thecrossroads??? unos punteos acústicos muy country se dejan entrever mientras entona poemas de autores del siglo XX, como William Butler, Emily Dickinson, Christina Rosetty y Dorothy Parker, entre otros, referentes desde donde obtuvo inspiración y letras para la música que estuvo componiendo estos años.

Aún persiste aquella nostalgia que provocan los susurros del canto de Carla, pero la dulzura tímida del primer álbum ha ido dejando espacio para una intérpretación con más personalidad y que, se nota, ha afinado variados detalles de una propuesta personal mucho más definida. Incluso, a primera impresión se percibe un leve aire de rudeza en ‘Those dancing days are gone’, algo así como una canción rock en versión unplugged.

Pero es el folk de base lo que sostiene, de principio a fin, ‘No promises’. Y es ese toque folk en el pop de Bruni el distintivo que junto con la voz rasposa vuelve cada tema de su autoría reconocible en cualquier parte y en cualquier momento. Ese cantar íntimo y quebradizo que a veces casi habla sobre las guitarras y que hace de cada matiz un instante intenso y emotivo. En resumen, Carla Bruni es de esas cantantes cuya interpretación es emoción pura, cosa que se agradece.