El suceso que significó el aclamado disco Cryptograms en la corta carrera del quinteto norteamericano Deerhunter, dejaba entrever el fascinante giro por el cual la banda, liderada por el multifacético Bradford Cox, se estaba moviendo. Demostraban que lo de ellos no era generar prototipos de música y que, por el contrario, estaban abiertos a explorar y experimentar para entregar un trabajo rotundo y conceptualmente menos alineado con respecto a su debut de 2005, que se destacó por su capacidad de moverse a través de distintas estructuras y tendencias, lo que le significó el reconocimiento de la crítica y de los oyentes, que vieron en esta banda de Atlanta un interesante referente por explorar.

El posterior EP Fluorescent grey enfatizaba en mayor medida el cambio, pasando esta vez del abstracto modo de hacer música a un estado creativo más natural, digerible y efectivo, signos que quedan en absoluta evidencia y propiedad al examinar el concepto musical que últimamente indagó Cox con su bien recibido proyecto personal Atlas Sound.

Microcastle, tercer larga duración de la banda, provee definitivamente a los auditores ese anunciado vuelco en la forma de expresar su música, aparentemente más inclinado hacia el estereotipo desarrollado en el último tiempo por Cox, realizando cambios profundos en la interpretación y la atmósfera, con agradecida ligereza y naturalidad, pero que de manera inteligente e imaginativa coexiste con escasos vestigios de los ya explorados enfoques sicodélicos y experimentales de Cryptograms. Microcastle significa el trabajo más completo en la carrera de Deerhunter, porque aleja a la banda de toda etiqueta previa impuesta, si es que existía alguna posible de acogerlos, y los impulsa hacia un ámbito más global.

El disco se puede dividir en tres partes, de cuatro canciones cada una, totalmente distinguibles y acertadamente distribuidas, que expresan momentos determinados en el estado de ánimo de creación de Cox y compañía.

La primera de ellas inicia dibujada por una breve introducción que hace rememorar a temas como “Moonchild??? o “Don´t save us from the flames???, que M83 dejara plasmados en su excelente disco Before the dawn heal us, pero que pocas señales logra entregar de lo que posteriormente se escuchará con “Agoraphobia???, un tema sencillo pero precioso, sin mucha pretensión, que resume globalmente la manera en que el disco trabaja: letras transparentes inmersas en un ambiente restringido del uso de extrañas texturas.

El segundo segmento comienza con el tema que da título al disco, la muestra perfecta de la dualidad que la agrupación está viviendo con esta placa. Un inicio introspectivo ya experimentado en la primera parte, que prontamente se transforma en una pieza llena de momentos coloridos. Luego el disco se diluye, brevemente, en un trance sonoro que sólo es interrumpido magistralmente al empezar el último segmento de esta obra con el que sin dudas es el mejor tema del disco, “Nothing ever happened”, y que eleva al álbum a su punto más alto y creativo. Es la canción más cercana al álbum anterior, pero está llena de las bondades de ejecución de esta nueva etapa de la agrupación.

En resumen, Microcastle destruye y reconstruye a Deerhunter recolectando, de una manera muy inteligente, los fragmentos que la banda ha creado prodigiosamente en estos años de exploración musical. Sabiendo que con Cryptograms había logrado crear un gran disco, pero consciente de que necesitaba superarlo, Cox eligió la única vía posible: con mejores canciones. Y algo que sí tiene este disco son mejores canciones que su predecesor.