Daniel Woolhouse se esfuerza bastante en encontrar la canción y melodía perfecta en sus composiciones, asumiendo el riesgo y a la vez sabiendo que el preciosismo y la intimidad son términos bastante comunes en el pop de raíz electrónica.

El tono de voz del británico bien podría tener una cuota de folk, pero también a veces se acerca al soul e incluso al R&B de corte indie. Procesos y tags aparte, Life after defo sería un debut perfecto sin la sombra o la competencia de otros artesanos del pop AM como James Blake o Gang Colours. Sin embargo, aquí desde la canción inaugural hay claras señales de sana y sincera emotividad.

“Objects objects” o “Broze age” pueden remitir sospechosamente al -digamos- austero sistema de sonido de How To Dress Well, es decir el pop sintético más oscuro o evocador, pero también es cierto que el ascetismo popero de Woolhouse encuentra sus mejores logros en temas como “Union” o “Lions”. El primero, una pieza de colección que funciona muy bien como sencillo; el segundo, una dulce tonada para los momentos oscuros.

Priman aquí las confesiones y dramas cotidianos en tracks de trasnoche, que exponiendo problemas sentimentales y/o existenciales, mezclan conmovedoras líricas y atmósferas, alcanzando por momentos una bella salida, pero a veces también cayendo en laberintos difíciles de interpretar.

Life after defo nos ofrece un mundo en cámara lenta, uno donde pese al certero uso de beats o sinterizadores, a ratos no nos permite descubrir por completo sus intrincados propósitos. Esto puede generar algo de legítimo hastío en el auditor acostumbrado a la velocidad, pero en otros encontrará sin duda un pequeño refugio, como en la final “Bloody up”.