En el año 2005, y como parte de su memoria de título de artes visuales, Diego Lorenzini tenía la idea de caminar desde el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago hasta el Museo O’Higgins de Talca, llevando a su tortuga Sancho con él. El leit motif de esta acción, en palabras del propio Lorenzini, era “demostrar que no es necesario andar apurado para conseguir cosas”. Sin embargo, y cuando sólo le faltaban 43 kilómetros para llegar a la capital de la Región del Maule —donde, además de su familia, lo esperaba su polola de entonces— su tortuga fue tomada en custodia por Carabineros de Chile, debido a que se había presentado una denuncia contra Lorenzini por maltrato animal.

Aunque no lo parezca, la situación narrada va más allá de una simple anécdota absurda. En ella se refleja gran parte de las temáticas que el talquino ha desarrollado con VariosArtistas, Tus Amigos Nuevos y, por supuesto, en este nuevo trabajo en solitario: el costumbrismo repasado desde una óptica contemporánea (“Bus al norte” describe casi al detalle las sensaciones que se viven en cualquier viaje en bus); el arte como fuente de bromas y chistes (con un sampleo de Raúl Ruiz, “Cartoncito” muestra lo inútil de las condecoraciones en el círculo del arte) y el romance como algo cotidiano y absurdo (en la kevinjohanesca “Sexo amateur”, Lorenzini se pregunta qué hubiesen dicho Bertoni, Arjona, Diamela Eltit y Cerati “de nuestro sexo amateur / el mejor que hemos tenido en la vida”). Aunque puedan parecer un poco pretenciosas y rebuscadas, estas ideas son llevadas a buen puerto por Lorenzini gracias a su capacidad como compositor y el inteligente uso de referencias pop, tanto en lo melódico como en lo lírico: mientras “Cuatro estrellas” —con Niña Tormenta en los coros— está marcada por un beat hip-hop, la expansiva “Tentempié nocturno” se roba los acordes de “Over and over” de Hot Chip para construir algo nuevo.

Su inusual facilidad para hacer melodías con pocos recursos (“Tutorial” está construida por apenas tres notas y engancha desde el primer momento con su “ni en diez / ni en cien / ni en mil años luz”) o el desparpajo con que usa expresiones como “quiero hacerte concha” en la canción “Más que nunca” o “para que cachís que soy el más bacán / el más pulento” en “Trovador retrofuturista”., sitúan a Lorenzini por sobre la media de sus contemporáneos nacionales, en un ejercicio de composición ecléctico, desprejuiciado y constante. Habría que preguntarle al Diego Lorenzini de hace diez años si a esto se refería con lo de demostrar que no era necesario andar apurado para conseguir cosas. Porque todo parece indicar que así es.

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