Brendan Angelides completa una década al servicio de la electrónica con un álbum de ritmos principalmente aciagos, pero con la suficiente luminosidad para llenarnos el espíritu con unos beats cristalinos y perfectos. Antes, las casas de Warp y Planet Mu han sabido de sus habilidades con el Ableton Live y cuanto software o efecto existe para fabricar sus universos semi pausados, claustrofóbicos o emotivos.

Como si el laptop rugiera de dolor o transmitiera esperanza en cada bpm, Eskmo lleva a cabo en su debut para el legendario sello Ninja Tune (este año celebran su vigésimo aniversario) unas “canciones” que pueden recordar ciertos paisajes de Bibio (antes Angelides remezcló algunos de sus temas para Warp), quizá no de manera tan amplia o ambiciosa, pero siempre en la búsqueda de nuevos e intrincados lenguajes, incluyendo instrumentos, voces y detalles para realzar la producción.

“Cloudlight”, esos bellos cuatro minutos que abren el álbum y marcan la personalidad de todo su sonido, estuvieron disponibles varias semanas antes a modo de single y con un videoclip a la altura, creando la expectación necesaria para que Eskmo ejecutara su jugada de laboratorio.

Cuando las cajas en temas como “We got more”, “The melody”, “Moving glowstream” y en general durante todo el álbum caen de improviso, parece que algo se rompiera y esparciera por el piso en cientos de trozos. Angelides construye de esta manera sus temas, reforzando los bajos o incluyendo impredecibles hablantes anónimos que intervienen acertadamente.

Eskmo logra con simplicidad y mucho talento exaltar nuevamente la labor del productor. No abusa de los sintetizadores (Hudson Mohawke) ni de los 8 bits (Mux Mool, Dibiase). Su arte consiste en jugar a las escondidas y alarmarnos con cortes un poco más densos como “You go, I see that” o “My gears are starting to tremble”. La bizarra pista de baile que se inventa en “Color droping” nos da un respiro para más tarde volver a hipnotizarnos con la gruesa textura de “Starships” (ya quisieran los Glitch Mob firmar un corte parecido).

Si en el pasado los deliciosos abismos del downtempo o la música de baile inteligente le robaban el corazón a Eskmo, hoy sus nuevos y modernos amores (glitch y dubstep) lo mantienen ocupado, pero la verdad no lo obligan a quedarse mucho tiempo en el puerto de algún género. Porque aunque el músico resida en San Francisco y haya recibido la influencia de la nueva escena del beat liderada por Flying Lotus y sus secuaces, su empresa tiene una marca personal que lo diferencia de la amplia gama de músicos y beatmakers presentes en el área. Bienvenida primavera.