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¿Que determina que una música sea de vanguardia? ¿Cuales son los riesgos, y que determina que un disco sea bueno? ¿Un disco “difícil” es mejor únicamente por eso?

En estos días, donde cada tanto aparecen más bandas producto de un hype que parece ya mala broma, es bueno respirar un poco del claroscuro que supone el mundo discográfico de Carla Bozulich, un hermoso engendro musical increíblemente coherente en sus ya más de veinte años de carrera.

Hello Voyager concretamente son nueve cortes que desfilan como mantras espectrales sonoros. Es un disco de corta duración, pese a que su clímax es un tema épico (el que le da el título al disco) donde vanguardia, ruido blanco y un góspel oscuro se dan cita simultáneamente. En estos tiempos fragmentados, donde lo que menos necesitamos es que nos mientan, Evangelista es un proyecto honesto.

Hello Voyager son vidrios rotos que guardan secretos. Podemos asustarnos en un corte como “The blue room???, por la dulzura country que exuda después de haber pasado por ritmo militar de smooth jazz y luego deleitarnos con los violines danzando macabramente en “For the L’il dudes??? y el blues alienado de “Lucky, lucky luck???. Como ocurre con obras creadas al margen de una industria devoradora de tendencias, Evangelista vomita un sucedáneo de ideas y rupturas que han acumulado durante dos años, luego del debut a secas de Carla Bozulich. Hello Voyager es un disco que enseña, falla y es en ese punto donde radica su belleza: es vanguardia, pero no aburre con conceptualizaciones. Va al grano sin trampas.

“Apareció en el escenario del cabaret con cintas alrededor del cuello, la cara como cera. Con el pelo amarillo muy corto y un vestido de terciopelo escaso y oscuro y con sus rígidos volantes, era algo absolutamente distinto al resto de la humanidad…”.

Ravien Siurlai, describía así a Emmy Hennings, una artista de los años de entreguerras, a inicios del siglo pasado en una de sus performances. Viendo la imagen ya casi un siglo atrás de Emmy, y viendo ahora una foto de Carla mirando a la nada, uno sólo puede asustarse observando a estas dos chicas, con la mirada pedida en esa cosa latente que sólo ellas saben y nosotros tememos. Hello Voyager es apenas un pedazo del puzzle del mundo de Evangelista, pero un pedazo enorme, fantasmal y, lo más importante, necesario.