Dramones es el cuarto álbum de Familea Miranda (FM) y fue grabado en Barcelona, donde el trío reside desde hace cuatro años. La presencia de los miembros fundadores Rodrigo Katafú Rozas (guitarra, voz) y Rodrigo Milo Gomberoff se ha mantenido desde el nacimiento de la banda durante el año 2000, con cambios frecuentes en el resto de los integrantes (percusión, trompeta, teclados, segunda guitarra). Ello, hasta consolidarse en España con José Junemann (ex Mota, Zigarettenpause como solista) en la batería.

El sonido de Dramones resulta muy distinto a lo anterior de FM. Se aleja del postrock expansivo del debut homónimo (Miranada, 2001), del rock incisivo y directo de Ferguson (2003, Miranada), y de la aproximación un poco más pop punk y skater de Ensayo ? error (2006, Quemasucabeza). Lo nuevo de la Familia es un producto denso, que toma tiempo digerir y en el que se aprecian sus detalles recién en la tercera escucha. En este sentido, Dramones es el disco más ambicioso  de la banda hasta ahora: los cambios de ritmo, de melodía y de tiempos en un mismo espacio dan fe de un aire arisco, matemático y abstracto, en temas de más de siete minutos. Con las escuchas sucesivas, todo ello toma coherencia y se vuelve aún más poderoso en su complejidad y alcance.

Las letras dadá de Gomberoff suenan más insensatas y enérgicas que nunca, al compás de un combo instrumental regido por sus propias reglas e imparable en su asalto armado. La experiencia ganada por Familia Miranda en Europa, y su relación tanto con el sello B core (especializado en nuevo hardcore) y con artistas experimentales como el dúo checo Sabot se notan con creces en este disco radicalmente diferente a toda su carrera anterior, aunque manteniendo las raíces esenciales de lo que el conjunto supo crear hasta ahora.

Dramones dará qué hablar entre quienes ya estaban familiarizados con el sonido de FM, una banda semillero como pocas. No sólo por su música, sino por su entusiasmo de impulsar una escena que fue determinante en esta década que acaba de terminar. En sus fondas alternativas tocaron desde Javiera Mena hasta Cáncer en sus albores, y en sus festivales chilenos en Barcelona programan a artistas más nuevos como Chinoy y Gepe. La Familea ha sabido crear escuela, un poco a la manera de Fugazi en Estados Unidos, grandes impulsores de la postura independiente y el házlo tú mismo. Basta sólo mencionar la participación del guitarrista Katafú en los inolvidables Supersordo. Si la etapa anterior de Familea Miranda se remitía más a grupos como June of 44 y Slint, ahora ellos han entrado de lleno a beber de las aguas psicóticas, perturbadoras y fascinantes de los primeros The Jesús Lizard, Primus, Butthole Surfers y Scratch Acid. Un paso atrás son dos adelante.