En la constante y silenciosa reyerta que es la producción de beats, Steven Ellison ha demostrado habilidades que siempre le han dado la ventaja frente a innumerables exponentes similares.

¿Cuál es su fórmula? Quizá la clave del éxito del productor de Los Angeles sea su coherencia. A través de cuatro álbumes, más algunos EPs y luminosos primeros beatapes, el músico ha conjugado tradición y modernidad, en discos que funden su gusto natural por el jazz, la electrónica heredera del downtempo y hip-hop de raíz Dilla. Todo eso sumado a la inevitable mención a su cercanía con el influjo de la familia Coltrane, da como resultado un monstruo de belleza incontenible.

En Until the quiet comes lejos de mostrarse más amable, Ellison saca a relucir complejos trucos que ya podíamos notar en sus primeros lanzamientos (1983 de 2006 y Los Angeles de 2008), es decir el boom bap más primitivo, además de los ritmos de hip-hop abstracto que pueden atrapar fácilmente tanto a headz como a principantes.

De eso dan cuenta tracks como el hipnótico “Gettin there”, con la incipiente musa Niki Randa, aunque su vibra no tenga tanto eco en el resto del álbum, que se adentra casi siempre en profundas atmósferas oníricas que ya presentaba en Cosmogramma (2010), es decir variados y densos surcos ambientales, que a ratos se acercaban al house o al wonky, por momentos a punto de pecar de ambicioso.

Por eso y para evitar técnicas facilistas, Ellison esta vez cubrió de capas sonoras las anunciadas colaboraciones de Thom Yorke (“Electric candyman”) y Erykah Badu (“See thru to u”), que apenas aparecen como elementos extras de un trabajo que por suerte sigue acudiendo a invitados habituales como Laura Darlington (“Phantasm”) o Thundercat (“Tiny tortures”).

Probablemente lo mejor de este álbum es la posibilidad de hacer múltiples análisis, porque temas como “The nightcaller” o “Pretty boy strut” con su rítmica quebradiza no parecen responder al mismo puzzle, más bien son sólo un par de piezas esparcidas entre muchas otras, en general bastante breves, que sumadas dan como resultado un único y futurista ambiente, hedonista pero al mismo tiempo oscuro y claustrofóbico.

Disponible en Tienda Sonar en formato CD a $14.900. Tienda Sonar está ubicada en Paseo Las Palmas, local 017, Providencia.