Uno de los riesgos de ser una banda que gusta de experimentar, es que la música que producen no tiene un sello, no fluye naturalmente de canción a canción, y que parece nada más que un gran desorden. Algo así era lo que yo pensaba de Gang Gang Dance, hasta ahora.

No disfruté mucho de God’s money (2005, The Social Registry) y Saint dymphna ( 2008, The Social Registry/Warp), los discos más recientes de GGD. De seguro había algo allí, pero había mucho experimento a medio hacer, mucha desconexión de ideas, mucha onda mística (que nunca compré), la voz de la mina es rara, etc. Confieso que soy un chico pop. Quizá ese era el problema.

Después de haber experimentado con todo estilo musical (pseudo-electrónico) disponible, incluyendo su versión propia de hip hop, Gang Gang Dance pasa de The Social Registry/Warp a 4AD y, parafraseando a los gringos, the rest will be history. Digo esto sin temor a repetir o equivocarme porque este álbum, el primero para 4AD, es una joyita. Bellamente producido, mucho más enfocado en un tema (con la excepción de un par de canciones), y con canciones muy, pero muy buenas. Eye contact será, sin duda, uno de esos discos que estará en el top ten del año para muchos.

Quizá los fanáticos mas acérrimos de Gang Gang Dance estarán pensando que la banda “se vendió”, ya que pasó a un sello indie emblemático y lanzaron un álbum más digerible que los anteriores. Porque la cosa lo-fi que aparecía en discos anteriores de GGD ya casi no existe, debido al excelente trabajo de Chris Coady en producción (quien cada vez se refina más), y porque su servidor no para de tirarle flores al álbum. La respuesta a tal idea es simple: escuchen el disco sin prejuicios y denle algo de tiempo. Estoy seguro que muy pronto verán que es un gran trabajo, y que es un paso adelante para el grupo.

Eye contact me hace imaginar un concierto. Todo empieza con un largo tema, con algunos sonidos por aquí y por allá. Mucho aire. Imagino que en el concierto las luces están apagadas y que sólo se pueden vislumbrar las sombras de los miembros de la banda en el escenario. Los ruidos empiezan a organizarse, la emoción empieza a crecer. Cinco minutos de introducción y contando, la adrenalina sigue subiendo. Después de seis minutos esto parece que empezó. Las luces se han encendido, pero sólo al nivel de un bar en una película de Lynch.

Mis ojos se han acostumbrado a la oscuridad y me doy cuenta que todo es pre-grabado; ¡el viejo truco! Por lo menos el tema está bueno, lo de la introducción tan larga se agradece ya que ayuda a crear un ambiente para lo que vendrá. El concierto prosigue con más música envasada, algún cantante de blues de los ‘50 que canta en ¿portugués? Sinceramente esto me derriba un poco lo que los once minutos del primer track crearon.

Afortunadamente, enseguida viene la primera canción del concierto; esta trae las luces al escenario, hay gente danzando que parecen venir directo de Bollywood, y la banda se presenta a su público sin máscaras. Ahora todo es claro; este show tendrá una gran dosis de electrónica, pero también habrá pizcas de música árabe, hindú, africana, oriental, etc. Esto estará bueno.

Después de saltar de una onda más hindú en “Adult goth, la banda toca “Chinese high, que por supuesto trae las calles de Shangai a nuestros tímpanos. Es un buen tema, pero sólo pavimenta el camino para la canción que viene: “Mindkilla. Esta es definitivamente la mejor del show: hay rayos láser, challas y serpentinas caen sobre el público, un globo en forma de elefante flota sobre la marea de espectadores, entre otras muchas cosas que ocurren.

Es demasiado para capturarlo todo y me pierdo por momentos, incluso pensé que M.I.A. estaba en el escenario. Luego viene el primer intermedio, súper necesario, seguido por dos temas bastante relajados: el primero es una canción (“Romance layers) que juega a ser sexy y decadente, pero que es luminosa e inocente. Igual tiene mucha onda. La segunda (“Sacer) suena a ratos como una canción de amor japonesa, quizá por eso es que la cantante me recuerda tanto a Kazu Makino (de Blonde Redhead). El segundo intermedio se mezcla con lo anterior. Ahora estoy listo para el final del show.

Para el último tema del concierto, un ejército rojo marcha sobre el escenario y desciende a un público que se abre, como si Moisés hubiera ordenado tal cosa. El volumen de la música crece, todo parece que va a explotar, pero no. El ejército se va lentamente y Gang Gang Dance nos deja con un resabio de La Mecca en nuestros oídos. El concierto se hizo corto después de todo.

Disponible en Tienda Sonar en formato CD a $ 12.900. Tienda Sonar está ubicada en Paseo Las Palmas, local 017, Providencia.