El trabajo del santiaguino Eggglub (Daniel Cancino) corre en una línea paralela al resto de la electrónica nacional: mientras ésta transita entre el baile y la experimentación, lo de Cancino se desarrolla en torno al hip-hop instrumental, fuertemente influenciado por el legado de J Dilla y productores japoneses como Nujabes o Uyama Hiroto.

En Jedddlub, producido en conjunto con el beatmaker ruso Jedh, Eggglub continúa en su exploración de la nostalgia ochentera, a través del sampleo de beats y sonidos que beben desde fuentes tan diversas como el soul (el sampleo vocal de “hssh aigt” remite a la sensualidad de Barry White) y la música brasileña, como el caso de los dos minutos y medio de “eishtt”, sobresaliente por el inteligente uso de un tema bossa nova. Estos aportes vocales que, al parecer, son obra del ruso Jedh, marcan la diferencia con respecto a los otros trabajos de Eggglub, donde priman la construcción de beats y atmósferas instrumentales de baja fidelidad, levantadas sobre todo a partir de piezas de jazz y sonidos caseros.

Lo que extraña es la poca duración de los temas en Jeddclub: sin superar los dos minutos, muchos de ellos parecen sufrir un coitus interruptus en su desarrollo. Son justamente los más largos —el mencionado “eishtt” y el funk futurista de “kiwi ah”— los que destacan, ya que la dupla pareciera darles el tiempo suficiente para que lleguen a buen puerto. Por lo mismo, y a pesar de la gran cantidad de cortes que componen este largo (15 en total), pierde fuerza al exponer tantas buenas ideas en un tiempo tan breve. Si en el futuro Eggglub se atreve a cuestionar esta decisión estética, no cabe duda que destacará todavía más.