Si hoy viviera Beau Brummel -ese inglés pobretón pero fabulosamente vestido que en el siglo XIX dio origen al término “dandy”, para explicar esa peculiar raza de hombres que traducen su sofisticación vital en sus infalibles pintas- de seguro escucharía a Junior Boys.

Elegantes, bajo perfil y distantes, este dúo canadiense ha sabido formarse en su carrera un sonido idiosincrático, tan pulcro y a veces glacial como el sonido de Pet Shop Boys y con la efectividad de los coros de Duran Duran. Todo, con más clase que cualquiera de sus compañeros de generación amigos de los sintetizadores.

It’s all true, su carto disco, puede considerarse un logro mayúsculo por su concepción, ejecución y producción. Con un sonido inmejorable y más sólidos que nunca en su acercamiento a ese pop distante y metálico que siempre habla de algo íntimo, casi volcánico esta vez en su despecho y la amargura de saber que inevitablemente las cosas van a salir mal, Junior Boys esta vez parece haber atado todos los cabos sueltos, firmando un excelente disco sobre cómo salir parado grácil después del desastre. No será lindo escuchar la verdad, no será fácil caer hasta el fondo, pero vaya que sonará bien.

En un disco que parece no tener fallas, sobresalen la no tan bien intencionada “You’ll improve me”, mientras que “A truly happy ending” aparece como uno de los grandes hits del año, hablando sobre la amargura de saberse destinado a la infelicidad y además tenemos la tremenda “EP”, que con su impotencia de no poder contenerse (I love you so bad/that I want to repeat it) termina entregando uno de los mejores coros del álbum.

Porque hasta cuando Junior Boys cae en algunas chulerías dance, suena bien. “Banana Ripple”, la última canción del álbum, que en cualquier otra banda habría rallado en el mal gusto con sus beats fiesteros y sus loops casi funkies, en Junior Boys es el cierre natural upbeat, un poco over the top pero impecablemente combinado. Una catarsis para un disco que suena impecable hasta que se pone atención a cuán pasional es, lo cual lo vuelve extremadamente sexy. Imperdible.