Hay algo en la voz de Nite Jewel (Ramona González) que nos puede conducir levemente al trance. Es probable que su registro no sea inconfundible, pero hay en sus canciones un ambiente alucinado y al mismo tiempo apacible, que a través de estructuras rítmicas más o menos complejas atrapa, con una intención que desde siempre ha estado en sintonía con el synth pop o el R&B. Su nuevo álbum Liquid cool no es la excepción.

La cantante angelina suele evitar las etiquetas a la hora de plantear sus temas, y una reciente pugna con su ex disquera Secretly Canadian dejó al descubierto su actitud independiente y deseos de libertad creativa. Liquid cool, algo tardío sucesor del bien recibido One second of love (2012), fue concebido de manera casera, y lejos de repetir fórmulas o quemar naves, nos pone al día en cuanto a las inquietudes de la artista. Si en el anterior One second of love el pop parecía más explícito, sin necesidad de renunciar a esa fórmula esta vez González se ha movido hacia terrenos más arriesgados, aunque temas como “Kiss the screen” o “I mean it” siguen mostrando a una artista cercana y con simpatía por el formato canción.

Las texturas vintage de tracks como “Was that a sign” hablan de una Jewel que puede sentirse cómoda en el tag “retro”, mientras que el maquillado funk de “Running out of time” podría guardarse junto a alguna colaboración con su amigo Dâm-Funk. Aunque equilibrado, el efecto “dreamy” de sus recursos vocales a ratos le puede restar presencia a su registro, especialmente en los pasajes que requieren mayor tensión. Y es que,  como en la imagen de portada, las canciones de Liquid cool por momentos apenas nos insinuán el rostro de la artista, que al parecer en esta oportunidad quiso jugar al misterio.