Aparecido en abril de 1996

En las últimas tres décadas, pocos discos han ejercido una influencia que va desde lo netamente musical hasta una estética inserta en una forma de ver la realidad, como Emperor Tomato Ketchup. El quinto disco de Stereolab logró una enormidad de aciertos tanto para la banda como para la escena musical en la cual estaba comprometida. No sólo permitió que el entonces quinteto se despegara del sonido que venía acarreando, más apegado al krautrock, sino que marcó su prematura madurez y apertura a melodías más pulcras. Desde su gestación, este álbum es el recipiente de varios legados: si la banda ya contaba con un background temático y musical como para reinventarse, ahora metieron a la juguera buena parte de su propia tradición musical (como el Pet Sounds de los Beach Boys). El resultado es enorme; un objeto que no sólo cautivó por sus sutilezas instrumentales y decididas líricas, sino que se transformó en una propuesta inédita dentro de un panorama donde los últimos latigazos del grunge estadounidense y el beat discotequero del house inglés predominaban tanto en el mainstream como en las facturas más under. Emperor Tomato Ketchup venció todas esas barreras para ser reconocido como una joya.

En lo estrictamente sonoro, Emperor Tomato Ketchup sorprende por el excelente uso de sintetizadores análogos (Farfisa, Moog, entre otros) que van de la mano con la estructura de los temas. Éstos muchas veces están compuestos de acordes repetitivos que se avienen con los sonidos en sí mismos, generando una cadencia muy sui generis, como en el tema que le da nombre al trabajo y en ‘Percolator’. La mezcla entre guitarras e instrumentos electrónicos recorre casi la totalidad de la placa siendo muy notoria en ‘The noise of carpet’ (enérgico tema lleno de frases para el bronce y arengas sociales) y ‘Spark plug’. Esa particularidad se hace ver también en melodías conmovedoras, incluso épicas, que son ingredientes esenciales del disco como ‘Les yper-sound’ y ‘Slow fast hazel’. La lista de cualidades puede ser eterna, pero todo lo anterior quedaría en nada si no fuera por su complemento vocal. Si en sus trabajos anteriores Stereolab había logrado imprimir su sello a punta de originales melodías y líneas corales, en Emperor Tomato Ketchup éstas se vuelven primordiales, cerebrales y emotivas. Mary Hansen y Laetitia Sadier, las voces de Stereolab, se pasean por las tonalidades sin mayor esfuerzo, aportando una musicalidad propia de un virtuosismo desbordante y bien entendido.

Ya sea por la cualidad de su sonido o por lo que significó para una escena , Emperor Tomato Ketchuo es una placa que merece un pedestal especial en los anales de la música y un reconocimiento como un trabajo que pasó a ser un referente a la hora de hablar de indie pop. Un clásico con todas sus letras.

*Todas las semanas revisamos un clásico contemporáneo. Algo para hacer memoria reciente.