Hiperactivo como pocos, Kevin Parker, el líder de Tame Impala, afrontó la presión que siguió al éxito de Innerspeaker comenzando a grabar inmediatamente y sin descanso, en su estudio portátil. Ya sea en plena gira o en los ratos de descanso en su natal Perth, Australia. Trabajo lento y solitario, que fue acumulando piezas y retazos, y que generó horas de grabaciones que luego debieron ser mutiladas sin contemplaciones para dar forma a Lonerism. ¿Servirá el resto para otro disco de la banda?

Ahora, si pensamos que Parker también se desdobla con los integrantes de Tame Impala para dar vida a Pond, que nos entregó el tremendo Beard, wives, denim, y más encima producir a Melody’s Echo Chamber, banda de su pareja francesa Melody Prochet, el registro es impresionante este 2012.

Si bien en este nuevo disco de Tame Impala la sicodelia es revisitada nuevamente, así como la nasalidad lennoniana con delay de la voz, esta vez el espectro sonoro se amplió. Si en el anterior Parker decidió que quería un número específico de instrumentos, ahora las guitarras pasaron a segundo plano, abriéndose a los sintetizadores y samplers y todo lo que se le pasara por la cabeza, situación que por lo demás, complica más que facilita el trabajo.

La mezcla siguió la tónica de muchas bandas actuales: una cabaña perdida, esta vez en la costa australiana, centro de operaciones para grabar y juntar las piezas del rompecabezas sonoro que tenía entre manos, en un trabajo que tomó entre 6 o 7 semanas. Luego de dar con el esqueleto del disco, éste fue entregado al productor Dave Fridmann (Mercury Rev, Flaming Lips), quien se encargó de “aclarar” el barullo que le deben haber entregado, sin que perdiese la identidad Impala.

Ya sea la forma de trabajar el disco (Parker grabando todos los instrumentos por sí mismo), pasando por su “armado” (Parker con un amigo en una cabaña en una playa perdida de Australia), el nombre escogido (¿solitar…ismo?, el artwork con una persona mirando a través de una reja a un grupo de gente) y las letras de sus canciones, estamos en presencia de dos conceptos que se repiten en la música, y porqué no, en este nuevo milenio: soledad e inseguridad.

¿Les suena en algo? El decidor y repetitivo refrán “Why won’t they talk to me (I thought I was happy)” de la canción homónima, puede ser un buen resumen de este estado de aislación que subyace a Lonerism. Es la sicodelia actual, más cercana a los desvaríos de Syd Barrett que a las flores y promesas lisérgicas gringas.

Sonoramente, es singular la declaración de Parker en cuanto a su obsesión y ganas de sonar como Britney Spears y el pop más charro que se nos pueda ocurrir, rítmico y si es necesario con cajas de ritmo digitales, pero siempre sonando lo-fi, por favor. Quizás el efecto de esta influencia se encuentre en una mayor cantidad de melodías cantables que en el predecesor. La obsesión por grabar llevó a que se puedan encontrar muchos ambientes sonoros registrados por Parker, como al final del disco, donde se puede escuchar cómo éste camina desde un estacionamiento a una playa en Perth.

El primer single es la canción más antigua de todo el álbum, la fenomenal “Elephant”, lanzada en julio pasado. La mejor mezcla que puede resultar entre T-Rex y Bowie, su onda bluesera eso sí, es casi una excepción en el entramado del disco. Aunque hubo un pre-single: “Apocalypse dreams”, uno de los mejores surcos de este disco. Quién iba a pensar a comienzos de 2012 que estas dos canciones, de una de las bandas claves de los últimos tiempos, iban a ser tocadas a mediados de año en Peñalolén.

Las dos primeras canciones de Lonerism no dan mucha cuenta de lo que vendrá después, aunque la letra de “Endors toi” ya nos ubica en el sonido “lonerístico” (“Soothing repeat/I look down at my feet/It’s a hypnotist’s arm/And it works like a charm/But I won’t be deprived/Real worlds, surreal life/Do or die/There is time/Go to sleep/You’ll be fine./In the morning you’ll find,/Real life was such a grind./Off I go, day is done/Where a new one’s just begun”).

“Feels like we only go backwards” nos pone en la onda más dreamy del disco, y en la más lennon adolorido, si se quiere. “Keep on lying”, así como llega se va: una larga coda que se repite una y otra vez.

Lisérgico y delirante, revivalista y moderno a la vez, Lonerism ha conseguido lo que muchos quisieron antes, pero no lograron por razones compositivas, pero principalmente técnicas: que Tame Impala supere la barrera del sonido espacio-temporal, y suenen hoy más sicodélicos que los pioneros del género allá en la década de los ’60. Lo que da para muchas especulaciones, pero a una sola certeza: ya no tiene sentido compararlos con nada, pues están creando la banda sonora del nuevo milenio por sí mismos.