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Aparecido en Febrero de 1988

Haz el siguiente experimento. Deja prendida la radio en alguna estación adulto-joven-un-poco-alternativo (hay unas cuantas en el dial) durante una jornada y, en algún momento escucharás ‘Under the milky way’ de The Church. Claro, no saltarás de alegría por el descubrimiento musical; ni entenderás por fin el nuevo micro estilo propuesto por pitchforkmedia; pero, probablemente no la cambies. Wish i knew what you were looking for/might have known what you would find… No es que ya no las hagan así, sino que son cada vez menos.

Y eso que es bastante simple: una cristalina guitarra de 12 cuerdas con una suave voz que pasa de la estrofa al estribillo casi imperceptiblemente. Un bajo remitido a lo justo y la disonante presencia de una guitarra que luego se combina con unas sorpresivas gaitas, terminan de conformar una canción que ha resistido incólume 19 años de transmisión radial. Pero no hay que pensar en ‘Under the milky way’, como la canción que transformó a The Church en unos one-hit wonders, sino en un punto de inflexión de una carrera que procedía de 7 años antes y se mantiene hasta hoy. O sea, cualquiera se intimida si no se logra de nuevo el éxito inmediato o si después de alcanzar la esquiva fama, no se puede igualar la hazaña. Menos unos pueblerinos esforzados como The Church.

Cosas de gringos: ‘down under’ es el nombre que se le da a Australia y, por lo mismo, toda representación del país siempre incluye algún elemento no citadino y medio primitivo. Y dado que es USA quien mediatiza casi toda la comunicación en el mundo, es más probable que cuando pienses en Australia, vengan a tu cabeza Cocodrilo Dundee, el acento extraño (en eso tienen toda la razón los gringos) o algún canguro dando vueltas por ahí, que músicos de importancia como The Saints, The Go-betweens o el mismísimo príncipe de las tinieblas Nick Cave. The Church se inscriben, entonces, en una tradición de música a espaldas del conocimiento masivo, que, en el caso de ellos, maduró su estilo durante cinco discos antes del referido Starfish.

Desde el muy new-wave Of Skins And Heart (Arista, 1981) hasta el inminente éxito de Heydey (Arista, 1987) la calidez del registro de su vocalista y bajista Steve Kilbey, la elegancia del tandem de guitarras de Peter Koppe y Martin Wilson-Piper, y una composición en alza constante; transformaron a The Church en la perfecta mezcla entre The Byrds y Televisión. En 1988, de la mano de un productor claramente mainstream como Waddy Wachtel (con un abanico de trabajos que iba desde Linda Ronstadt hasta Keith Richards), la banda australiana desarrolló su, quizás, mejor set de canciones, distribuidas en una primera mitad más atmosférica y una segunda con mayor impulso rockero.

A pesar de la calidad estándar del disco, son efectivamente los singles de este sus canciones más redondas. Junto con la magna ‘Under the milky way’, es la letanía de ‘Antenna’ y la potencia de ‘Reptile’, los temas que más despuntan. Este último se transforma en la quintaesencia del sonido de la banda, con un fantástico arreglo de guitarras que sirven de contrapunto constante a la melodía vocal y un tono épico algo robado de Echo & The Bunnymen. También éxito por aquella época, ‘Reptile’ actualizaba el legado de Television, con un ojo puestos en las FM y otro en las radios college. En un mundo regentado por Phil Collins y Rick Astley, The Church lograron introducir algo de misterio en las ondas radiales y, a la par de bandas como The House Of Love, anticiparon la vuelta de las guitarras al primer plano. ¿Two-hit wonders, entonces?

Más o menos, podría ser la respuesta. El verdadero problema de The Church es que nunca se separaron. Como buenos empleados públicos del indie, se tomaron sus vacaciones, hicieron pequeñas empresas paralelas (la participación de Wilson-Piper en All About Eve; el proyecto de Kilbey con Grant McLennan llamado Jack Frost), pero siempre volvieron en Marzo a hacer algún nuevo buen disco sin repercusión. Y así ha sido desde Gold Afternoon Fix (Arista, 1990) y su mediano éxito del single ‘Metropolis’, hasta la absoluta indiferencia para Uninvited, Like The Clouds (Cooking Vynil, 2006). Pasan los años y por mientras nada acompaña en las estáticas programaciones radiales a ‘Under the milky way’. Sometimes when this place gets kind of empty/ sound of their breath fades with the light…