Chaz Bundick a través de 3 álbumes ha ejercitado un sonido bastante particular pese a sus conocidas referencias. Si en sus primeras canciones de ferviente ánimo lo-fi se le asoció con el fantasma del chillwave, en el último tiempo cultiva el perfil de cantautor encantado con el funk digital y R&B.

Si en el llamativo y cálido Causers of this (Carpark, 2010) el de Carolina del Sur se refugiaba en su dormitorio a facturar canciones escondidas tras beats, y un año después con Underneath the pine amplió sus recursos con guiños tanto al indie groove de Jamie Lidell como al pop feérico de Stereolab, en su nuevo largo trata de definir su propuesta, aunque siempre dejando espacio para la sorpresa.

Comparado con sus entregas anteriores, Anything in return parece un álbum de transición, un respiro para un chico capaz de hacer buenas y finas canciones como el sencillo “So many details”, uno de los aciertos de su nuevo material, donde ante la incapacidad de describir detalles, durante casi cinco minutos se dedica a desarrollar melodías, las que finalmente terminan atrapando.

Algo parecido ocurre con “Rose quartz”, que por medio de la urgencia del ritmo (¿house?) y lo efervescente del texto, casi nos obliga a reproducirla un par de veces. Porque es precisamente en el primer tiempo de este disco donde Chaz parece haber concentrado la propuesta de su nuevo trabajo y se nota cuando baja un poco la intensidad en la tranquila “Touch”.

Y hay más. También funcionan la fiestera “Never matter” o “Cake”, que vía sintetizadores y efectos de voz nos evoca irremediablemente el pasado, pero al mismo tiempo nos transportan a un futuro musicalmente incierto y vibrante, como la distorsionada y disfrutable “Say that”, donde Bundick funde toda su imaginería, acercádola a las pistas de baile, saludando a su proyecto Les Sins.

Es probable que Anything in return falle en términos del resultado final, debido a la mala distribución de sus disímiles partes. Empieza muy bien y a medida que pasan los minutos tiende al loop emotivo, pese a que cada tema está cuidadamente producido, anticipando una posible escucha aleatoria. De todos modos sus defectos no alcanzan a empañar la creatividad de Bundick, cada vez más empecinado en dejar una marca indeleble en el pop actual.