1. Forma

A Lazarus Taxon -término usado en paleontología para describir especies que desaparecen, y luego reaparecen en registros fósiles- es el título del box set con el que el colectivo de Chicago, Tortoise, da cuenta de 12 años de trayectoria. La banda, que se define a sí misma como un grupo de jazz, compila (en 3 cedés y un DVDs) singles, Eps, rarezas, remezclas y temas aparecidos en ediciones internacionales, además de videos y material en vivo.

Anunciado con mucha anticipación, este documento resume de manera palpable la actividad incesante del colectivo e incluye, en el tercer disco, el álbum descatalogado de remixes Rythms, Resolutions and Clusters (Thrill Jockey, 1995). Este reúne a artistas de la talla de Jim O’rourke (Gastr del Sol, Sonic Youth), Bundy K Brown (miembro fundador del grupo) y Steve Albini (mítico productor de Pixies, Nirvana y PJ Harvey), además de una remezcla perdida (dañada en el correo) de Mike Watt (Minutemen, Firehose), especialmente recuperada para la ocasión.

Todos los temas presentados en esta caja estaban, hasta ahora, fuera de catálogo. Es decir, eran alcanzables sólo para piratas acérrimos de Internet y obsesos compulsivos que pagaban sumas exorbitantes por comprar algunos de estos vinilos o cds de edición ultralimitada en E-bay. ¿Fanatismo? Quien sabe. El hecho es que la música de Tortoise constituye expresionismo musical con una voluntad artística absoluta, una suerte de performance e instalación que sale directo desde tus parlantes. ¿Tiene precio lo inmaterial? Para alivio del común de los mortales, esta edición de lujo – ilustrada magistralmente con fotografías del suizo Arnold Odermatt, quien expone sus imágenes de accidentes de tránsito en las mejores galerías de Nueva York y la wind city – salió al mercado al valor de un cd común (hay días en que la vida puede ser tan dulce).

2. Contenido

La historia de Tortoise comienza a principios de los ’90, en pleno auge del indie rock de Yo La Tengo, Dinosaur Jr y My Bloody Valentine. Cansados del sonido omnipresente de las guitarras y de los devaneos absurdos de la mayoría de los vocalistas, un grupo de instrumentistas se da cita en Chicago para crear una música que les fuera cómoda y disfrutable, ensamblando, aleatoriamente, dos bajos, dos baterías, teclados, marimbas, xilófonos, vibráfonos, sampler, melódica y una seis cuerdas deudora de una tradición donde caben Ennio Morricone o Slint. Todo esto sumado a sutiles concepciones atmosféricas, silencios y texturas; un “todo” compuesto en un loft en el que los protagonistas de esta experiencia residen juntos y pasan días enteros tocando bajo una pintura gigante de la leyenda del jazz, John Coltrane. El resultado es más que atípico. Mezcla de (kraut) rock, ambient, dub y el mentado ritmo negro, los temas de Tortoise poseen una capacidad hipnótica que sumerge al auditor en una historia sonora, en una especie de cuento surrealista al estilo de Cortázar en el que la música atraviesa por distintas situaciones. La influencia de músicos como Ry Cooder y el Tom Verlaine del álbum Warm and Cool (Rykodisc, 1992) es innegable.

Como tip, en una entrevista realizada en la televisión francesa, en el ’94, a Kim Gordon y Steve Shelley de Sonic Youth -es innegable la condición de connaiseurs y melómanos obsesos que siempre ha ostentado el combo neoyorkino- señalaban que “los chicos en Nueva York” no le prestaban ni la menor importancia a todo el movimiento grunge-alternativo de Soundgarden, Pearl Jam o Smashing Pumpkins, si no que ya estaban de lleno en artistas de verdad alternativos (con métodos distintos de composición y sonido) como Pavement y Sebadoh, o “en una extraña nueva clase de jazz, muy lejana a Kenny G por cierto, que es lo que realmente está pegando en los circuitos de vanguardia del underground“. Seguramente se referían a Tortoise.

Luego de estos inicios, vendría la fama mundial de Tortoise a través de publicaciones como The Wire y el NME, y giras que los llevarían a escenarios tan prestigiosos como el festival de Jazz de Montreux y organizar un All Tomorrows Parties en Inglaterra, sin olvidar su paso por Sudamérica que los trajo a Brasil y al legendario Teatro Novedades de Santiago.

3.-Palimpsesto

En lo específico, A Lazarus Taxon contiene piezas a disfrutar plenamente, como la épica ‘Gamera’ (su canción favorita para iniciar los sets en vivo, como el que dieron en Chile) que con su ritmo imparable llega a los casi gloriosos 12 minutos sin perder un ápice de su tensión minimalista; una suerte de batucada con los miembros de Can tocando hasta llegar al clímax. En este sentido, la forma de componer de Tortoise se ajusta perfectamente al sexo, con fases de excitación, meseta, orgasmo y resolución. Algo similar ocurre en ‘Vaus’, sacada del split con Stereolab que el groop sacó en su sello Duophonic.

‘Whitewater’ es una composición ambiental que fluye volviendo siempre sobre sí misma, con un loop reminiscente mientras que ‘Restless Waters’ integra una atmósfera oceánica que mezcla samples impresionistas de violines y flautas a la Debussy con un groove pausado y campanas, llevándonos de paseo, junto a Egon Schiele y Nadar, por la era modernista de principios del 1900…lo que Rachel’s siempre soñaron hacer.

En manos de Tortoise todo es posible, desde recibir las influencias de compositores clásicos franceses, como Fauré y Satie, hasta la de cultores postmodernos del drum and bass como Spring Heel Jack (en ‘Blackbird’), bastiones del jazz tribal como Sun Ra (‘The source of uncertainty’), cuasi-inventores de la electrónica actual como Autechre y Aphex Twin (en ‘Sexual for Elizabeth’ y ‘Madison Area’), la sicodelia sesentera de Miles y Herbie Hancock (en ‘Didjeridoo’) o inspirarse de la profundidad de Yo La Tengo y rescatar las texturas de la música de El bueno, el malo y el feo. Este box set es una verdadera caja de Pandora, donde todo puede emerger. Si Jodorowsky hubiese conocido a los de Chicago al filmar El Topo, de seguro los habría incluido en el soundtrack, y Dalí hubiese usado algunos tracks para el vernissage de sus relojes fundidos.

4.-Nietzche y el mito de la eterna remezcla

Visto desde este ángulo, el término post rock está bien utilizado. Si se mira desde la óptica en que el arte post-moderno es aquél que se nutre de todas las experiencias previas, deslocalizadas en un contexto distinto para crear su propio lenguaje. Un lenguaje moderno, el lenguaje de la remezcla -como bien indican por ahí Alan Licht y Brian Eno-, donde la identidad (social, de raza, de país) está en construcción permanente y siempre inacabada. La canción, entonces, siempre sufrirá un cambio posible enfrentando el esquema clásico clásico, en el que el productor buscaba la mezcla definitiva. Pero hoy ya nada es definitivo y todo lo vivo figura en una constante mutación en la construcción de sí mismo. Como estos temas de Tortoise que terminan quizás sólo al traspasar la conciencia de quien los oye, hasta penetrar su subconciente, gracias al proceso explicado por Oscar Wilde y retomado por Sonic Youth: la belleza radica en el ojo de quien la observa y no es un valor absoluto ni definitivo, si no que se construye por el espectador. Así ocurre con la melodía en estado alpha del remix para ‘Autumn Sweater’ de Yo La tengo, incluida en el disco 1, o en ‘Adverse Camber’ y ‘A day retrieval’, las reconstrucciones de Autechre para Tortoise.

Lo increíble es que, en la danza de la eterna re-factura, la banda liderada por Doug McCombs y John McEntire pertenece a la comunidad y establece lazos de amistad que cruzan todos los estilos musicales, por lo que no sólo es comprensible que Tortoise haya recibido múltiples influencias, si no cómo ellos mismos lograron influenciar por su parte, a prácticamente toda la escena. Nuevamente, modernidad y cultura interactiva. Sin ser el sabor del momento, pero siempre trendy (la electrónica taquillera de ‘A grape dope’ es una prueba fehaciente) ellos permanecen como “EL??? grupo de su tiempo. El fantástico DVD que acompaña A lazarus Taxon llega a sus mejores momentos en las tomas de Toronto en 1996. En ellas es posible notar el total involucramiento de los intérpretes en lo que hacen (¿alguien recuerda el discurso en Punk Rock de Iggy Pop? totally involved, decía el rockero), en una música que no ha perdido un ápice de su frescura. Este show cuenta con la presencia de David Pajo, el inquieto guitarrista que tocaba en Slint y más tarde daría vida a bellos trabajos como M, Aerial M, Papa M y Pajo. Un objeto que da fé de uno de los mejores momentos de la banda, luego de lanzar su clásico álbum Millions Now Living Will Never Die (Thrill Jockey, 1996).

Con todos estos elementos, al adquirir A Lazarus Taxon, llevas mucho más que el disco pop con el tema reggaetonero del verano; compras una pieza de arte moderno.