Tortoise fue un ícono indiscutido de antagonismo de mediados de los ”90, una época que se expresaba bajo un complejo escenario musical, lleno de desencanto, prejuicios y apatía por parte de los grandes referentes de aquel tiempo. Su experimento musical calaría hondo en las raíces de aquel entonces y generaría un sinfín de seguidores -y otros innumerables detractores- en torno a su amalgama de sonidos y estilos sintetizados en un colectivo de alta carga intelectual, proclives a la experimentación sin límites. Un ente que brilló con obras como Millions Now Living Will Never Die (Thrill Jockey, 1996), TNT (Thrill Jockey, 1998) o Standards (Thrill Jockey, 2001), gracias al experimento de crear música de una forma medida, estudiada y única.

Luego de cinco años de silencio -y múltiples proyectos paralelos como Powerhouse Sound, Exploding Star Orchestra, Flashlights y Bumps- sale a la luz Beacons of Ancestorship, sexto trabajo de este quinteto norteamericano y que pretende reencontrar el sonido diseñado por John McEntire y compañía, en tiempos en que la música se entiende y digiere de una manera distinta a la de mediados de los ’90.

Indiscutiblemente Beacons of Ancestorship se generó como una reivindicación de Tortoise a los nuevos tiempos, donde fueron recuperados los elementos distintivos del pasado y direccionados estratégicamente. Atrás quedaron los constantes cambios de texturas en las composiciones para dar paso a estructuras más simples y directas, pero que no dejan de estar acotadas por las barreras que ellos mismos se han impuesto por años.

“High class slim came floatin´ in” abre las puertas del disco y es quizás el tema más parecido al de sus primeras grabaciones. “Prepare your coffin” extrae estructuras funk ya desarrolladas a partir del disco TNT, pero las transforman en piezas que cualquier grupo como Justice quisiera interpretar en sus sesiones en vivo. Pero indiscutiblemente los puntos altos corresponden a “Northern something” y “Gigantes”, que demuestran la capacidad inalterada de Tortoise para crear patrones de ritmos entrelazados de manera inteligente, como la samba y el dubstep del primero, donde la monotonía es parte fundamental de la expresión musical y terminan dando forma a imágenes hipnóticas y narcóticas propias de una película de los ’70.

Lejos de la autocomplacencia que podría encontrarse en una banda con más de 15 años de experiencia, Tortoise genera una de las obras más destacadas de su catálogo, pero con el sello único de una vieja máquina que sabe enfrentar el futuro y lo hace redescubriéndose a sí misma.