“A los dos nos trajo el mismo viento” comienza cantando Violeta en “La batalla del movimiento”, canción que abre su disco compuesto por dos EPs, tal como un cassette se divide en lado A y lado B. Su voz se percibe grave y quizás desganada, pero con una ligereza que hace levitar del asiento al instante, abriendo los paisajes difusos que constituyen la atmósfera de un disco que aunque se presenta tranquilo, en principio, esconde parte de las canciones más intensas que ha entregado el pop trasandino.

Entre cajones viejos, trenes, cofres y con tan solo 23 minutos de duración, la agria dulzura de las melodías atrapa los oídos en medio de guitarras delicadas, panderos, teclados y un bajo muy suave importado de los setentas. Sobre esta estructura pop que parece volar mientras avanza cada compás, se asoman los arreglos vocales de Violeta, cuya voz es una extraña gema cercana a los registros de renuncia de Julie Doiron y a la aspereza agridulce de Beth Orton, pero con la posibilidad de subir hasta unos altos brillantes que estremecen, como cuando repite incesantemente “otra vez” en “Bolsillo secreto”.

Este tono, a medio camino entre la ternura y el sarcasmo, es el ingrediente secreto que rescata a Violeta del dream pop tradicional, al tiempo que los arreglos de teclados la alejan de ser una cantautora folk. Es más, su música se respira nueva precisamente gracias a un desprejuicio musical muy refrescante, y la enorme personalidad de sus composiciones hace pensar más en una carrera consolidada que en un debut.

“Mi cárcel”, sin duda uno de los puntos más altos del disco, contiene la energía del ritmo, la vocación electrónica de los teclados y la armonía vocal que serán la constante tanto de Uno como de Otro, además del sutil humor que tienen las letras que arman un sentido pueril, pero al mismo tiempo desgarrador, visible en “Alfiler” o “Madera”, otros dos imperdibles de este disco.

Compuestos íntegramente por Castillo tras hacer un taller tutelado por Rosario Bléfari, Uno y Otro heredaron la inteligencia compositiva  de la ex Suárez, y quizás su tendencia a la psicodelia, pero insinúan desde ya la presencia firme de una compositora en ascenso, aunque un disco como este ya vale por una carrera completa.