Foto: Lucy Valdés

Matías Soto (21) y su proyecto Armisticio prepara el lanzamiento de su tercer disco, el primero al alero de su nuevo sello, Quemasucabeza y adelanta “Operadora sensacional”, el primer single. Conversamos con él sobre esta nueva etapa.

Este nuevo trabajo se suma a sus discos Decay Dreams (2014) y Espiral (2016), donde mezcla ritmos del electropop con diversas texturas y capas sonoras.

Mientras esperamos el lanzamiento, Armisticio presenta “Operadora sensacional” el primer adelanto.

¿De qué va “Operadora sensacional”? ¿Cuál es la historia que hay detrás de esta canción?

-Superficialmente es una canción que compuse en guitarra eléctrica, diría que una de las pocas de todo mi repertorio. Durante su periodo de gestación estuve indagando en letras y cantautores latinos, poesía, música y belleza en español. A su vez, sónicamente, es una mezcla de lo que algún día llegué a considerar “perfecto”. Debo admitir que estando inmerso de tal manera en la extensión de una idea, es difícil sintetizar en palabras su trasfondo. pues al momento de desarrollar esta canción y álbum, me recuerdo en un estado de “abstracción” mayor, del cual las definiciones y memorias son confusas. Dentro de este estado me vi aislado por varios meses en búsqueda de algo interior, culminando en 8 movimientos musicales (incluyendo esta pieza) y por consecuencia, conformando un disco larga duración de 38 minutos.

¿Como sientes que ha evolucionado el sonido de Armisticio desde Decay Dreams a lo que propones en este nuevo trabajo?

-Es algo discontinuo. Cada álbum encapsula un concepto distinto y que tiene relación con las capacidades que he desarrollado durante esos periodos. Evidentemente, los aspectos que han cambiado muchísimo en la música de armisticio son los de “claridad” e “impacto”, pues técnicamente la estética aural de las mezclas en este nuevo disco tiende a ser más brillante y enfocada a los registros medios-altos del espectro auditivo, dejando entrever mi canto y ciertos arreglos más definidamente que en álbumes anteriores. Sin embargo, no dejo de lado el trabajo ambiental de multiples capas rondeando, armonizando y cumpliendo el rol de “pilares estructurales”. La composición más antigua de esta placa nace el año 2016, la más reciente en 2017, esto significa una diferencia musical acentuada entre algunas piezas, denotando eclecticismo. Algo característico en mi trabajo.

¿Cómo te tomas la llegada a QSC? Pensando en la carrera que proyectas, cómo sientes que lo que hace el sello te ayuda y te acompaña en el recorrido que quieres hacer?

-Pienso que mi colaboración con una casa discográfica, en este caso Quemasucabeza, me permite derivar ciertas responsabilidades con respecto a lo no-musical de forma ordenada y estratégica. Siempre estuve abierto a la posibilidad de trabajar este proyecto con un equipo y/o alguna persona que pudiese manejar aquellos aspectos de mejor manera, ya que siendo yo el único gestor de todos los procesos de índole creativo y técnicos, el espacio para nuevas responsabilidades es poco.
En lo que respecta a proyección, lo que deseo es poder seguir creando estímulos que me hagan crecer y alimentar intelectualmente a aquellas personas que disfruten de mi obra. En este aspecto, la ayuda de un medio como Quemasucabeza es vital para tal cometido.

¿Cuáles son las referencias sonoras que crees están más presentes en esta nueva entrega?

-Más que ciertos estilos o artistas, me vi interesado en nuevas texturas, muestreos, relaciones, metodos generativos, intercambio de datos e instrumentos. También en la composición melódica de canciones y elementos técnicos de mezcla. En este álbum se puede apreciar una progresión conciliadora de las piezas auditivas, siendo los elementos conectores aquellos mencionados anteriormente. A grandes rasgos, las canciones se desarrollan a tempos rápidos. La cantidad de instrumentos y sonidos utilizados es amplia, oscilando desde baterías acústicas grabadas en mi habitación, bajos eléctricos, guitarras eléctricas, sintetizadores analogos/digitales, teclados de juguete sincronizados, samplers y drum machines hasta metalófonos, procesamiento de sonido con reproductores de cassette y dispositivos varios, diversos efectos, voces armonizadas digitalmente, la sutil implementación de vocaloids tales como Hatsune Miku, grabaciones de campo, etc.

¿Cómo ves la escena musical nacional? La proliferación de proyectos colectivos dio paso a un auge de propuestas en solitario. Por qué crees que cambió el panorama?

-Siempre me he sentido un poco lejano a lo que ha acontecido en Chile hasta la fecha, creo que se debe a mis inclinaciones y manera de trabajar completamente solo. Lo que puedo deducir es un crecimiento de proyectos solistas en función a la accesibilidad cada vez más abierta a nuevas herramientas de trabajo. Inevitablemente recuerdo mis inicios en la música electrónica, lo único que me bastaba para crear era una computadora y audífonos. Esto implica que hacer y producir música ya no sea algo exclusivo a ciertas condiciones. El avance ha sido tal, que para plasmar una idea no es necesario tener las habilidades motrices que siempre ha requerido la música acústica o “no-electrónica”, basta con generar una idea y ser capaz de programarla, configurarla en el tiempo (De hecho, creo que esto fue una de las facetas más interesantes de la música digital para mi: el orden binario, la precisa cuantización). Quizás esto responde a la pregunta de por que en la actualidad se trabaja mayoritariamente en solitario, pues el control total de una idea te pertenece.

Cuéntanos de 5 proyectos musicales que hayas descubrido hace poco que crees vale la pena compartir

Serani Poji. Acto musical ficticio ideado por la compositora Tomoko Sasaki.

Doopees. Concepto musical avant-garde integrado por Yann Tomita, Suzi Kim y Caroline Novac.

Capsule. Unidad entre Yasutaka Nakata (Perfume, Kyary Pamyu Pamyu) y Toshiko Koshijima.

Portable Rock. Proyecto musical entre Maki Nomiya y Nobuo Nakahara, precedente al afamado acto Pizzicato Five.

Flipper’s Guitar. Proyecto musical conformado por Keigo Oyamada (Cornelius) y Kenji Ozawa.