Desde Berlín, el pianista chileno une fuerzas con Paulo Sapiain en “Four rituals”, nuevo proyecto en modo ambient.

Marcos Meza regresa con un nuevo proyecto en clave ambient acompañado en esta oportunidad por el músico y productor chileno Paulo Sapiain. Ambos dan forma a Four rituals, un disco que a través de cuatro actos, explora distintas intensidades y texturas, además de integrar a destacados músicos.

“Este es un disco de música instrumental, donde no se entiende el verbo, sino que lo importante son las intenciones y el lenguaje expresado por lo primitivo. El disco se llama cuatro rituales y cada uno de ellos representa, de distintas perspectivas, una misma realidad cósmica y terrenal. Acústica y electrónica”, señala Meza desde Berlín donde reside hace varias temporadas, explicando algunas de las directrices de este nuevo disco, un trabajo que sucede a Universo paralelo, publicado a fines del año pasado, que igualmente estaba inspirado en las formas de la música ambiental.

Según Meza, las cuatro partes de este disco, o rituales, como él las define, contienen “un trance específico, un viaje lineal guiado por los instrumentos que escogimos, dado por las personas y amigos que nos fuimos topando en el camino”. Es así como Luciana Mancini aporta canto lírico en “Ritual I”, Senen Pani cantos chamánicos en “Ritual II”, Ravi Snirivasan tabla en “Ritual III” y Martín Benavides theremin en “Ritual IV”.

Estos son solo algunos músicos presentes en este trabajo, entre una larga nómina de destacados exponentes, presentes gracias a la conexión de Meza y Sapiain entre Chile y Berlín, además del deseo común de experimentar. “Les fuimos pidiendo que interpretaran sus instrumentos de una manera inusual, apelando a lo primitivo, para poder sintonizar con este lenguaje madre”, aclara el pianista.

“Vengo de una escuela de música popular masiva, donde estoy constantemente en contacto con músicos y personas muy preparadas, que saben muy bien lo que tienen que hacer, ya sea porque lo estudiaron o lo practicaron tanto que ya pueden hacer maravillas, en esta escuela también se exige que te sepas comunicar. Ese método artístico es parte de mi naturaleza y lo agradezco, porque en la era de la autogestión debes saber lo que quieres y poder controlarlo. Este disco refleja un proceso de liberación de estos métodos, tan propios de la cultura americana. En ese sentido, la manera de integrar a los músicos en este proyecto estuvo principalmente determinada por la capacidad que teníamos de jugar con sus conocimientos, de permitirnos transgredir ciertas normas, que a todo esto eran músicos muy calificados, como por ejemplo Raúl Aliaga o Luciana Mancini, por mencionar a algunos”, comenta Meza.

El pianista y compositor, que en el pasado fue parte de Cómo Asesinar a Felipes, además de colaborar en vivo con artistas como Francisca Valenzuela, ha sabido conjugar su estadía en Berlín, que ya se extiende por 3 años, con sus viajes a Chile y el contacto a distancia con diversos colegas. Eso también de alguna forma influye en su actual manera de componer. “Nosotros vivimos en Berlín y es lo mismo que pasa cuando te relacionas con gente que no habla tu mismo lenguaje, algo que aquí pasa todo el tiempo, y debes recurrir a otros recursos de comunicación, que no viven en un plano intelectual, como también lo hacen los niños pequeños. La música en ese sentido, mas allá de cualquier nombre, es energía en movimiento, es un lenguaje madre y desde ese lugar comenzamos a trabajar con Paulo Sapiain tratando de recrear realidad y ficción. Cada tema está conectado con elementos cotidianos y otros inexistentes. Un estado onírico”.

Sobre la eventual comunicación que emerge entre los cuatro actos de este nuevo trabajo junto a Sapian, además de su proceso de creación, Marcos Meza explica: “Este es un disco de mucha improvisación, de experimentación sonora, donde no hay conceptos preconcebidos sino más bien son paisajes que fueron apareciendo. Un trabajo muy detallista de texturas y capas. Los paisajes que queríamos recrear nos fueron guiando de alguna manera, como la selva, el mar, el desierto o el hielo por decir algunos, hasta que llegó el punto de decidir con cuáles nos quedábamos y elegimos cuatro obras, los cuatro rituales”.

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