Tame Impala en Chile
Viernes 17 de agosto
Centro de eventos Chimkowe

Fotos de Rodrigo Ferrari

Que hacía frío, que era lejos, que venía saliendo de una gripe del terror… en verdad todo sonaba a excusa frente a un acontecimiento que se predecía irrepetible. Y es que estábamos frente a uno de los referentes dentro de la nueva camada “rockera” y cuyo disco, Innerspeaker (2010), fue responsable de revivir la psicodelia que rememora desde los Beatles a Cream.

Tame Impala, el proyecto que tiene de cerebro y engranaje central a Kevin Parker, pisaba por primera vez suelo Sudamericano, en medio de una gira que los mantiene tan ocupados como ansiosos ante el lanzamiento del esperado “Lonerism”, su segundo disco. Fueron pasadas la 1 de la mañana, después de los nacionales Föllakzoid y The Ganjas, que los australianos aparecieron en escena con un preámbulo evocativo a lo que serían los siguientes 70 minutos de show, ante un Centro de Eventos Chimkowe convertido en santuario psicodélico.

Solitude is bliss, ese epinicio a la soledad a la que le canta el siempre descalzo Parker, fue la entrada a una fiesta a la que estaban invitadas más de 4 mil personas y que cantaron al unísono prácticamente todas las canciones de la banda. Le siguieron “Why won’t you make up your mind”, Desire be desire go” y ” It is not meant to be, en medio de agites de bandera, bailes y cantitos típicos de cancha, en versión ‘TameImpalesca.

Algo que llamó notoriamente la atención de Kevin Parker, quien extrañado por tanta efervescencia y entusiasmo se acercó al público “más loco que hemos tenido” y recogió una bandera chilena que llevaba escrito el nombre de la banda, gesto que se mereció un “Thanks, dude”.

Otra de las sorpresas de la noche fue la reciente incorporación de Julien Barbagallo (Tahiti 80) como nuevo baterista, secundando a Jay Watson a los teclados y segunda guitarra, y quien atrajo las miradas por su particular estilo y manejo de los palillos. Su preocupación por la textura y el color del sonido, sumado a las guitarras saturadas, lograron una atmósfera cromática capaz de sumergirte en un viaje en el que no se necesitaron sustancias alucinógenas.

Las recientemente lanzadas Apocalypse dreams“, inspirada en Melancholia de Lars Von Trier, y “Elephant”, marcaron un trip por la psicodelia de los ‘60, riffs vintage así como la inevitable comparación del timbre de voz de Parker a la época solista de John Lennon, y que intensificaron la sensación de estar en medio de un concierto que desde ya se destaca entre lo mejor del año.

Y si bien hubo algunos problemas de sonido, con el acople incesante para quienes se ubicaban al fondo de la cancha, admito que mis preconceptos por la elección del lugar se aguaron ante un concierto breve pero prolífico. “Runway, houses, city, clouds” fue la despedida para una banda que se reafirma como un referente, que dejó con ganas de más y que sin duda, figurará entre lo mejor del 2012: ya sea con lo que se vivió el sábado pasado, como con el inminente lanzamiento de su segundo disco, que esperamos, los traiga de regreso. Al menos eso prometieron.

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