Matt Thorne
Editorial Alba, 2013
576 páginas
www.nuevaltamira.cl

Comencemos con una aclaración importante: este libro está desactualizado. Ya saben, annus horribilis, los buenos siguen muriendo de a montones y Arjona humillando con su buena salud. Pero no es sólo por la pérdida reciente del nativo de Minneapolis que su primera biografía traducida al castellano pierde contingencia. Cualquier persona bien informada sabe que en la escala de comparaciones musicales un “año Prince” equivale a “22 años Peter Gabriel” o “17 años Tool”, y eso dificulta la labor completista de este libro, publicado originalmente en 2012.

No seamos injustos tampoco con los esfuerzos del autor, que aunque llegase hasta 2016 y Prince aún dictara cátedra por los escenarios del mundo, probablemente tampoco daría la talla. Porque, digámoslo, todavía no hay imprenta que se mueva a la velocidad de su producción incesante de discos y shows. Además, el hombre con seguridad habría dicho que el único texto válido sólo lo podría escribir él y terminaríamos con un Adiós al Séptimo de línea, pero en deluxe edition con dos discos de b-sides.

Es lo que hay. Y sin Prince por el vecindario eso siempre será poco, aunque se vayan casi 500 páginas en tratar de hacer un retrato minucioso (de fan súper informado, pero crítico) del músico. Propósito nada de simple para uno que resguardó con celo su real vida privada, mientras daba datos falsos en sus escasas entrevistas y tejía una mitología de su existencia en su prolífica obra. Por ello es que resulta una buena opción del autor centrarse en su producción y a partir del paso entre disco y disco explicar las circunstancias vitales del artista y algunas pocas pinceladas del contexto, las que se introducen sólo si dan pistas de sus siempre fluctuantes movidas estilísticas.

El periodista y novelista inglés Matt Thorne arma, entonces, un mosaico que tiene la forma de Prince a partir del repaso erudito de sus discos editados y los innumerables inéditos; los shows “oficiales” y las famosas sesiones posteriores a ellos en clubes; los padrinazgos y protegidos; y el relato de algunos integrantes de esa enorme lista de ex colaboradores que acumuló en el camino. También están esas películas sonrojantes que, sin piedad alguna, legó Prince al mundo en los 80, que si bien aparecen como elementos de esa narrativa personal, el artista podría habérnoslas ahorrado en un acto de misericordia.

Este énfasis en lo musical evita el relato dramático que podría surgir desde la misteriosa y contradictoria figura en la que se basa el texto. Así nos enteramos que Prince fue un chico de cuna medianamente burguesa (nada que ver con esas fantasías malditas a la “Purple rain”), prodigio instrumental, extremadamente consciente de sus habilidades y dueño de un sentido de la fidelidad (laboral, sobre todo) bastante fluctuante. También nos permite arrojar algo de luz en su manía por el control, su buena relación con mujeres y suspicacia con los hombres, su conversión a la religión y ese extraño discurso de “esclavo corporativo” (obscenamente millonario, a todo esto) que lo transformó por una década en un signo o algo peor.

Desde esa fuente inagotable de datos, Thorne opta por un relato secuencial, acucioso y que entretiene, aunque requiere de un interés previo y algo de conocimiento por parte del lector. Más que una visión general que aclare los logros artísticos (esa cruza imposible entre funk, electrónica, jazz y rock) y comerciales (pasearse con desparpajo por los rankings blancos durante una década), la propuesta del autor es abarcar lo más exhaustivamente el canon de un señor, por decir lo menos, grandilocuente y profuso.

Si bien el libro dedica la mayor parte de su extensión a sus primeros 15 exitosos años de trayectoria, Thorne da una buena cantidad de razones, en el último tercio de sus páginas, del porqué habría que volver a escuchar (o acercarse por primera vez, probablemente) a la obra de Prince desde mediados de los 90, cuando desapareció del ojo masivo para volver, de vez en cuando, con algún acto bombástico de autopromoción.

Al final queda la sensación de que el éxito planetario de Prince derivó de las circunstancias (esos fantásticos 80 donde se podía ser más grande que la vida y no había aguafiestas grunge o indies que arruinaran el festejo), pero ello no afectó el trabajo de quién se consideraba merecedor de esa atención y de muchísimo más. Mal que mal, el relato de esos músicos y managers caídos en el camino siempre apunta a resaltar una genialidad que su carácter voluble e imprevisibilidad no disminuyó en lo absoluto. Para muestra, cualquier viñeta de esa poesía humilde y reposada, cortesía de la casa. Como aquella que decía: “My name is Prince and I’m funky / My name is Prince, the one and only”. Y el resto es silencio, supongo.

Libro PrincePrince está disponible en librería Nueva Altamira, ubicada en Las Urbinas 23, local 64, Galería Drugstore, Providencia y en su sitio web www.nuevaltamira.cl